El vecino friki
Fecha: 27/11/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
... eróticos y aliviarse mientras leía un buen anal.
Nada más colocar el pie en el primer escalón de la escalera oyó como se cerraba la puerta de una casa. Lo hacía con mucho cuidado. Como para no despertar a los habitantes de ella. Mar sonrió. Como cada domingo, su vecino, el friki, bajaba la escalera para cruzarse con ella.
Vestido con un pantalón de chándal de algodón gris y una camiseta de Star Treck (con sudadera cuando bajaban las temperaturas), se cruzaría con ella en el primer descansillo. La saludaría con la cabeza gacha, casi sin mirarla. Ella, cansada, le devolvería el saludo con su bonita sonrisa. Pensaba que eso le haría feliz y le serviría para hacerse una buena paja.
A fin de cuentas, ¿qué edad tendría? ¿18? ¿20 años como mucho? Además, aún vivía con sus padres. Era el típico friki pajillero.
Llegados al descansillo, Ángel saludó con apenas un susurro y miró a Mar de reojo. Ella le devolvió el saludo y le sonrió. El joven siguió su camino hacia la calle. La chica se paró a observarlo. Era delgado, muy blanco de piel (apenas le daba el sol). Ni guapo ni feo. Mar lo detuvo:
-Perdona.
Ángel se detuvo en seco. Era la primera vez que iba a cruzar más de una palabra con su vecina.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
El chico hizo un movimiento de asentimiento con la cabeza.
-¿Dónde vas cada domingo tan temprano a la calle?
A esa hora, poco antes de las 8 de la mañana, los negocios permanecían cerrados y su indumentaria no era la adecuada para ...
... salir a correr. Ángel comenzó a ruborizarse mientras su mente buscaba una coartada convincente. Cada segundo que pasaba balbuceando su cara se enrojecía aún más. El remate llegó cuando Mar estalló en una carcajada:
-Entonces, lo haces por cruzarte conmigo, jajaja
El chico la miraba avergonzado al ser descubierto y se giró para seguir bajando:
-Disculpa -llamó su atención Mar. -Perdona si te he molestado. No era mi intención. Me resulta halagador que esa sea la razón.
Ángel se detuvo definitivamente. Miraba hacia ella y se disponía a volver a su casa derrotado.
-¿Me aceptarías un café? -Mar estaba ofreciéndole una sincera disculpa. Ángel, aún abrumado por la situación y sin creerse que pudiera acompañar a su vecina (y amor platónico) a desayunar, volvió a asentir con la cabeza.
Sentado en un sofá de cuero blanco a juego con el resto del mobiliario, Ángel observaba aquella casa tan diferente a la suya pese a compartir edificio y planta. No sabría identificar todas las modificaciones pero no se parecía en nada.
Estaba claro que el recibidor había desaparecido para darle más amplitud al salón que lucía más luminoso que el suyo. No sabía dónde, pero en su piso había un dormitorio más que en este no lograba localizar. La decoración era minimalista y elegante, todo en tonos blancos y negros.
Oía a Mar abrir y cerrar muebles en la cocina, cuya puerta era visible desde el sofá en el que se encontraba, mientras preparaba los cafés. La dueña de la casa apareció ...