Cosas del azar
Fecha: 09/12/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... que Pablo se diera cuenta, estiré mi mano y tirando de ti, te metí en casa, mientras mi esposo seguía colocando las sillas.
- ¿Ya estás aquí?, ¡siempre tan puntual! - comentó Pablo al verte para luego acercarse y darte un fuerte abrazo.
Mientras vosotros os quedabais charlando de vuestras cosas pendientes de años atrás, te eché una mirada a ese culito enfundado en esos jeans, así como al resto de tu cuerpo antes de meterme en la cocina a preparar mis canapés, algunos a los que tenía que dar un golpe de calor en el horno y le eché, de paso, un ojo también al pescado.
No se me borraba tu imagen con aquel vestido, Silvia, cuando desapareciste hacia la cocina, mientras Pablo no dejaba de recordar nuestras anécdotas y vivencias del pasado, aunque en mi cabeza solo había sitio para ti, en el momento que te abracé en el rellano, noté que tú también estabas nerviosa por la rigidez de tú cuerpo y de otra parte de “mi cuerpo”.
Me asomé a la cocina, mientras Pablo buscaba fotos nuestras de niños y pude observarte desde la puerta. Estabas tan impresionante, Silvia, tus piernas largas... esbeltas y mucho más con esos zapatos de tacón que resaltaban increíblemente tu figura. Ahí seguí, admirando tu cuerpo, subiendo hasta el comienzo de esa faldita negra por encima de las rodillas hasta que llegue a ese trasero, redondito firme y bien levantado, como decimos los hombres “un meloconcito” y cómo se estrechaban desde tus caderas a tu cintura, entonces me dispuse a echarte una ...
... mano, pero mi cabeza solo pensaba en como demostrarte de una forma picara mi interés más directo por ti.
Me sorprendiste, a mi espalda, en el mismo momento en el que yo estaba con tu imagen desde que apareciste en el ascensor, pensando en esa mirada penetrante, en tu peinado medio desenfadado, en esos brazos que me habían atrapado, tan vigorosos... David, conseguiste que se me mojaran las braguitas desde ese instante, tan solo con nuestro abrazo y los dos besos.
- Hola. ¿Puedo ayudarte en algo? - me preguntaste muy cerca de mí, quizás demasiado.
- Esto, sí, claro... ¿puedes ir cortando un poco de queso? - fue mi respuesta nerviosa.
- Cómo no, preciosa. Tu marido está buscando unas fotos del instituto.
- Genial.
Me sentía muy a gusto junto a ti, teniéndote a mi lado, mientras me mirabas con disimulo al principio y luego con cierto descaro a los ojos, cuando yo hacía lo mismo, devolviéndote esa misma mirada. De una forma implícita e incluso explícita había ojos de deseo por ambas partes.
Estaba loco por rozarte, Silvia, por sentir algún tipo de contacto contra tu cuerpo, incluso alguna frase picarona, respuestas con doble sentido...... en mi cabeza un millón de opciones sin saber cuál sería la más acertada. Si llego a saber que estabas tan receptiva, no hubiera dado tantas vueltas.
En ese momento, recuerdo que me miraste para decirme:
- David, ¿podrías abrirme el dichoso bote que no puedo?
- Claro, preciosa, el bote y lo que tú quieras jijijiji - dije ...