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Anónimos
Fecha: 12/12/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
Llevaba como un mes coincidiendo con aquel tipo de aspecto europeo en la cafetería a la hora de almorzar. Desde el primer día que coincidieron por casualidad, sus miradas quedaron enganchadas. Ella disimuladamente pilló varias veces a él mirándole el culo. Su magnífico culo en forma de manzana. No pudo remediar sentirse halagada. Pero durante el resto del mes, ella también se había fijado en aquel tipo que, sin duda, no era de allí. Un hombre muy alto, de complexión delgada y belleza discreta. Diría que rondaría su edad, más o menos. Con el paso de los días, el cruce de miradas era cada vez mayor, incluso llegaron a cierta complicidad. En la distancia de las mesas se hacían ciertos gestos. Con un asentimiento él dio su aprobación el día que ella apareció con un vestido escotado y corto que realzaba su culo. En otra ocasión fue ella la que descaradamente le escrutó de arriba abajo para acabar mordiéndose el labio inferior en una ocasión en que el tipo se levantó y se caminó en su dirección con su elegancia natural. A ella le llegó el olor de Issey Miyake que el hombre iba dejando a su paso. Por más que habían llegado a generar un código de comunicación, nunca habían llegado a hablar uno con la otra. No sabían sus nombres. Ni siquiera habían oído sus voces. Nunca habían cruzado una palabra. Pero entre ellos se iba generando una tensión sexual indisimulable. Cada día, ambos acudían a la cafetería para verse. Llegaban, se saludaban y se “hablaban” a su manera. Fue él el ...
... primero en dar el paso. Un día que ella se encontraba en la barra, él pasó justo por detrás y aprovechando el bullicio en ese momento se acercó a ella e hizo pasar su cuerpo por el de ella. No dudó en acariciar levemente su culo. La mujer suspiró y sintió un escalofrío que recorrió su espalda y se materializó humedeciendo sus braguitas. Ella sintió el leve roce de la mano de él sobre su vestido como única separación con la piel de su culo desnudo y cubierto únicamente por un tanga que se escondía vicioso entre sus maravillosos glúteos. Le excitó. Se mojó. Y su mente fantaseó con la mano de aquel completo desconocido. Aquel fue el primer roce de los siguientes que vinieron después. Invariablemente, cuando ella se acercaba a la barra a pagar su consumición él se dirigía al baño. Al pasar junto a ella siempre alargaba la mano para acariciarle el culo hasta que llegó un momento en que la mujer sacaba lo sacaba hacia atrás para que el contactó fuera más intenso. Siempre aprovechando el bullicio de clientes para evitar miradas indiscretas. Cuando él seguía su camino hacia el baño ella salía de la cafetería y lo hacía imaginando que el hombre se excitaba después de tocarla y se masturbaba. El comportamiento fue el mismo durante muchos días hasta que ella sintió la necesidad de salir de dudas. Aquel viernes, la mujer fue a la barra y el hombre fue a su encuentro. Al pasar junto a ella alargó la mano y ella sacó el culo. El contacto fue más directo. Más intenso. Incluso llego ...