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Anónimos
Fecha: 12/12/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
... lubricación. Él lo observaba, lo admiraba. Ella se acarició. Con dos dedos se abrió los labios dejando a la vista una vagina rosada, húmeda y riquísima que el hombre no dudó en devorar con ansias, con hambre. Ella gemía de gusto. Se agarró a la cabeza de él y la presionó contra su coño. Se sentía muy puta en ese momento y se excitó, más aún. El hombre devoraba aquellos labios vaginales de sabor exquisito. Con su lengua recorría cada pliegue de aquel coño desconocido del que no conocía ni el nombre. Desde el agujero del culo, donde intentaba meter la lengua, hasta el clítoris la paseaba. Le ardía. Le gustaba recoger todo el flujo vaginal con ella desde el inicio de la vagina hasta masajear el clítoris con la punta. Luego lo trillaba con los labios, los succionaba, lo movía con su lengua. Lo mordía hasta que ella comenzó a arquear su espalda en señal de que estaba a punto de llegar. En ese momento, se incorporó y abriéndole las piernas le clavó la polla en el coño. Ella gritó, luego empezó a gemir con cada empujón y golpe de cadera del hombre. Él lo notaba apretado, estrecho, como si la estuviera desvirgando. No dejó de empujar cada vez con más fuerza contra el coño de aquella mujer. Ella le besó y le araño la espalda. El gritó y se la dejó clavada muy honda durante varios segundos. La mujer la sentía muy adentro, Muy profunda. La sentía latir muy cerca de su cerviz uterino. Le estaba pegando una tremenda follada. De repente el hombre se detuvo. Salió de dentro de ...
... ella y el coño se quejó con un ruido como de descorche. La hizo ponerse a cuatro patas. La visión del culo y el coño de aquella mujer era espectacular. Ella colocó la cabeza sobre el colchón y llevó sus dedos a su clítoris. El hombre dio una tremenda nalgada antes de dirigir su glande al agujero del culo de la mujer. Ésta se sorprendió y dio un grito asustada pero no se retiró. Se preparó para ser sodomizada por un desconocido. Hacía mucho tiempo que no le abrían el culo. Su marido no era aficionado. El hombre aprovechó el flujo vaginal como lubricante y comenzó a presionar. Ella se quejaba y mordía la almohada. Su respiración era entrecortada cuando notó que el gordo glande del hombre logró avanzar. De repente, recibió una embestida fuerte que acabó por encajarle la polla hasta el fondo. SE sentía muy ocupada. La sensación del sexo anal era algo maravilloso. Siempre le había dado mucho morbo que le partiesen el culo, y en esta ocasión el morbo era mucho mayor porque era un desconocido del que no sabía ni el nombre. El hombre se agarró a la cadera de la mujer y comenzó una profunda y frenética metisaca sin atender a los gritos de quejas de ella. En realidad no eran quejas sino suspiros de satisfacción. Aquel culo estrecho y apretado tenía pinta de ser un experto tragón. El esfínter no había tardado demasiado en adaptarse al grosor de su polla demostrando experiencia en el sexo anal. El hombre estaba a punto de llegar al orgasmo cuando tiró del pelo rizado de la mujer ...