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Anónimos
Fecha: 12/12/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
... a hacer presión sobre los glúteos. El hombre siguió su camino hacia los baños pero la mujer no salió inmediatamente según su costumbre. Esta vez se encaminó hacia los baños. Arriesgándose a ser pillada se dirigió hacia el masculino. En caso de ser descubierta diría que se había confundido. Entró y estaba vacío. Un lavabo, un par de urinarios y un cubículo destinado al váter. Allí oyó un ruido ahogado. Una especie de movimiento constante de piel contra piel acompañado de una respiración forzada. Contuvo la respiración y pudo oír como alguien dentro de aquel cubículo se estaba masturbando. La apertura de la puerta la sorprendió quieta. Sus miradas volvieron a cruzarse. Él se detuvo al verla. Ella le sonrió con lasciva satisfacción. El hombre asintió levemente con la cabeza asumiendo lo que acababa de hacer. La mujer giró y se fue. Estaba excitada al saber que un desconocido, cada día, le cogía el culo y después se encerraba en un baño a fantasear con ella mientras se masturbaba. El hombre se lavó las manos y se refrescó la cara después de haberse aliviado pensando en el tremendo culo de aquella completa desconocida. Ella se había arriesgado a descubrirlo y había ganado. Tendría que dar un paso más. El lunes la situación fue muy diferente. Él se levantó antes de que ella fuera a la barra. Tampoco se dirigió al baño. Se marchó de la cafetería pero al pasar cerca de la mesa de ella dejó caer un trozo de papel y siguió su camino. Ella esperó dos segundos antes de ...
... agacharse a recogerlo. Lo desdobló: "¿Te apetecería un encuentro furtivo? Házmelo saber" La mujer quedó sorprendida. Aquel desconocido le estaba ofreciendo la posibilidad de tener un encuentro furtivo. Sexo prohibido, peligroso, morboso. Su cara se enrojeció. Un calor nacido en su entrepierna recorrió todo su cuerpo hasta su cara. Se notaba húmeda y su clítoris palpitaba. Miró alrededor por si alguien la había visto recoger y leer aquel papel. Nadie conocido en toda la cafetería. Las dudas se amontonaban en su cabeza y le impedían pensar con claridad. Volvió a su oficina dándole vueltas a la cabeza. No era una adolescente para hacer un disparate. Irse con un desconocido era una auténtica locura. Una morbosa y excitante locura. Estuvo pensando en eso durante toda la mañana y toda la tarde y toda la noche. Era una mujer casada disimuladamente aburrida. Atrapada en una relación rutinaria con polvos cada 20 días en la noche de los sábados. Quería a su marido. Y el sexo, por poco que fuera, no era malo pero a posibilidad de una aventura anónima, secreta con un desconocido era demasiado atractiva para no aprovecharla. El martes, en la cafetería no pasó nada. Ella no se levantó a la barra y él se fue sin tocarle el culo. El miércoles por la mañana ella habló con su jefe para tomarse la tarde libre. A su marido lo llamó por teléfono para decirle que a lo mejor se retrasaría (no sabía cuánto tiempo le llevaría aquello). Por último escribió un papelito y lo mantuvo en su mano. En ...