De cómo isabel vino a mi vida
Fecha: 12/12/2022,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... respiro y más que a la madre mía”. Sí; me había enamorado de esa mujer, Isabel; y perdidamente, además… Como un adolescente de su primer amor… Sí, perdida, desesperadamente enamorado, pero de quien nunca, nunca, debí enamorarme, porque ese amor mío estaba, de antemano, condenado al fracaso, al desamor de ella, que hasta por pasiva y activa me lo había dicho, que era mujer de un solo hombre, su marido, su Pablo, de quién estaba, a su vez, enteramente enamorada.
¿Qué hacer, Señor, qué hacer? Más claro que el agua era que estar con ella, en su consulta; para mí era algo así como aguantar y aguantar y aguantar una especie de “bota china”, horas y horas de suplicio… El famoso tormento de Tántalo, realmente, tenerla tan cerca y, a la vez, tan lejos. Consideré, incluso, el cambio de médico, hasta de ambulatorio, pero tampoco eso era viable, factible, pues yo, por incongruente que parecezca, también necesitaba verla, oler su aroma, sentirla…; era algo así como “No Quererlo” y, al propio tiempo, “No poder vivir sin ello” Había, antiguamente una canción, en cuya autoría, letra se entiende, D. Antonio Machado muy lejano no estuvo: “Ni contigo ni sin ti/ Tienen mis males remedio/ Contigo, porque me matas/ Sin ti, porque yo me muero”
En fin, que seguí asistiendo a su consulta, pero ya de forma más mensual y hasta con cinco-seis semanas de por medio, lo que hizo que ella, Isabel, me protestara y de lo lindo, aunque más como amiga que como médico, que también; pero ya digo, más como ...
... amia, echando de menos aquellas charlas que ante sucedían a la consulta bisemanal. Hasta llegó a preguntarme si me había ofendido en algo, para que así, tan de repente, cortar esa relación de amistad que manteníamos… Ni sé cómo pude reprimirme para no soltarle la verdad, la realidad: Que la amaba, la quería y andaba más que loco por ella; que la deseaba con toda mi alma, sí, pero con todo mi cuerpo también; que la vida misma daría por hacerla mía, mía del todo, en cuerpo y alma, una sola vez… Pero, cómo le decía eso; cómo decirle “te quiero más que a mis ojos, te quiero más que a mi vida, más que al aire que respiro y más que a la madre mía”... Así que me refugié en una mentirijilla piadosa: El trabajo; el dichoso trabajo que, de la noche a mañana, también, no me dejaba en paz ni a sol ni a sombra
Ella, ni por un instante, un “pugnetero” instante, se tragó lo de la tremenda acumulación de trabajo, así, sin comerlo ni beberlo, pensando siempre que, sencillamente, por la razón que fuera, que yo sólo sabría, no deseaba seguir viéndola, seguir manteniendo esa tan buena amistad que teníamos…. Aunque, ¡ay!, con la tan famosa intuición femenina, que lo que a una mujer se le escape… Y menos, si un simple y mortal “hijo de Adán” se fija un tanto en ella…
En fin, que todo aquello, por finales, fue resolviéndose de una forma muy normal, muy civilizada; ni gritos, ni malas formas en modo alguno, sino dentro de la más acendrada educación y mejores formas: Yo acabé por no aparecer por ...