1. De cómo isabel vino a mi vida


    Fecha: 12/12/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... la consulta más que cuando no tenía más narices, por mis problemas respiratorios, gracias al tabaco, y ella siempre me recibía en consulta con su mejor sonrisa… Y aquí Paz y después Gloria, que por esta hispana tierra, a veces, se decía, en esta España mía que un día fuera “Camisa banca de mi esperanza”… O, en Román Paladino, acabó con cada cual en su casa y Dios en la de todos, como también, “in illo témpore” solía, a veces, decirse por estos lares… O, lo que es lo mismo, que aquella estrecha, sólida, amistad que entre nosotros hubo y que tanto, tantísimo, en un tiempo nos uniera, se acabó, finalizó, se fue al garete…
    
    Y así es como el tiempo, semanas, meses, años, transcurría en casi absoluta monotonía, sin ya, como quien dice, haber nada, pero lo que se dice nada, entre Isabel y yo, salvo la más que insulsa relación médico-paciente. Y fue entonces, dieciséis-diecisiete años de conocernos, que de nuevo todo varió, cambió, más radialmente que otra coa. Fue en una de esas mañanas de de otoño que yo acudía a consulta afectado de una de mis típicas bronquitis tabaquísticas; entré en la consulta tan campante, pero al punto la sorpresa, pues Isabel no estaba allí, sino una especie de Valquiria, eso sí, rubia y fornida cosa mala, pero sin trenzas, y una cara de mal “yogurt” que tiraba de espaldas… En fin, que la consulta pasó sin mayores daños y cuando ya me recetaba los imprescindibles antibióticos se me ocurrió preguntar
    
    Y la doctora Burgos… ¿De baja, verdad?... ¿Sabe qué ...
    ... le pasa?... No será nada grave, ¿verdad?
    
    Ah, pero… ¿No lo sabe usted?... ¡Pobrecilla, y qué golpe tan terrible!... ¡Tan joven!
    
    En fin, y acotando tiempo, decir que a mi querida amiga Isabel se le acababa de morir el marido, ese Pablo del que tanto, tanto, me hablara y del que tan enamorada estaba, estuvo siempre… Fue, según me dijeron, uno de esos infartos de miocardio fulminantes, que en automático, te rompen el corazón, te lo seccionan, digamos, que por la mitad. Y yo pues qué queréis, sino que andaba desalado con esa persona a la que tanto quería, mi querida amiga Isabel, deseando sobre todas las cosas estar a su lado para asistirla en lo que dado me fuera…consolarla… Todo eso que ansiamos hacer cuando alguien que, en verdad, nos importa, sabemos que está pasando muy, pero que muy malos momentos… Pero ni sabía qué, cómo hacer, para entrar en contacto con ella, pues ni su dirección, teléfono o correo electrónico tenía, y pensar que el ambulatorio, la Seguridad Social, en suma, me facilitara nada al efecto, era algo así como creer en el Ratoncito Pérez, los Reyes Magos, Papá Noel, Santa Claus, El País de Jauja, o el de las Maravillas de Alicia…
    
    Así que me devanaba y volvía a devanar la cabeza, buscando solución al tema, pero “que si quieres arroz”… Hasta que, de pronto, una mañana tempranito, al salir de casa para trabajar, conduciendo, se me encendió la popular bombilla en la “cocota”, al acordarme de que ella, según alguna vez me confesara, solía escuchar una muy ...
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