El regalo de Reyes
Fecha: 16/12/2022,
Categorías:
No Consentido
Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
Ana estaba en su habitación oyendo música. Era un 5 de enero muy diferente. La pandemia hacía imposible la cabalgata de Reyes, excusa como otra cualquiera para quedar con Carlos, su novio, y otras amigas. Pero esta tarde, la chica no tenía plan y había decidido pasarlo relajada en casa. Tenía todos los regalos comprados, no tendría que salir a buscar nada de última hora. Al día siguiente sí había quedado con su novio para verse e intercambiar sorpresas.
Sentada frente a su ordenador, leía el excitante último relato de su autor de cabecera, Hansberville. En él, una chica llamada como ella le era infiel a su pareja con un vecino maduro aburrido de las relaciones con su mujer. No podía negar que el tipo lograba recrear situaciones tan morbosas como para hacerle desear ser la protagonista de sus historias.
Abstraída por la lectura y aislada por los cascos en sus orejas, comenzó a acariciarse levemente con cada frase que leía. Decidió introducir su mano derecha por dentro de sus mallas deportivas negras y acariciar su sexo por encima de sus bragas. Aquella chica del relato se lo estaba pasando en grande con aquel maduro 20 años mayor. Cuando la tensión sexual del relato era máxima y su mano sentía el palpitar de su clítoris, Dua Lipa dejó de entonar su Physical. Ana se sobresaltó lamentando lo inoportuno del whatsapp que interrumpía la reproducción musical de su móvil:
-Joder Carlos, tienes el don de la oportunidad... -se quejaba la chica antes de comprobar que no ...
... era su novio quien le escribía.
"Hola guapa. Estás sola en casa?"
"Sí. Mis padres han salido. Volverán esta noche."
"Perfecto. En media hora nos vemos ahí."
"Ok"
No era Carlos si no Robert, el maduro con el que ejercía de sugar-baby y que le pagaba 300 € al mes. Básicamente, Ana era la putita del tipo. A ver, no es que la chica estuviera orgullosa de serlo pero.... Sus estudios de ingeniería aeronáutica eran costosos, el dinero nunca sobraba y 300 pavos por un par de polvos al mes no estaba nada mal. Con 24 años y en su último año de carrera, la situación no era nada despreciable. Tenía claro que, sin ningún compromiso sentimental, en cuanto se licenciase aquello acabaría. Se convertiría en uno de esos secretos inconfesables que se recuerdan en la madurez como ejemplo de una juventud loca y divertida.
Además Robert no estaba nada mal para sus 46 años. Lo había conocido un año antes en una boda. Ella estaba trabajando en el catering para ganar unos euros con que aliviar los gastos de los estudios, y él era el padrino. El tipo pasaba por un play boy. Alto, guapo, buen cuerpo, elegante....y un mujeriego incorregible.
La fama de Robert era conocida entre varios compañeros del catering. Entre ellos existía algo parecido a la idolatría por la figura del personaje. Entre ellas corría la leyenda de lo buen amante que era. Una aseguraba tener una prima, vecina de la amiga de alguien que se lo había follado y conocer, por tanto, de primera mano la veracidad de la ...