El regalo de Reyes
Fecha: 16/12/2022,
Categorías:
No Consentido
Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos
... Una de mis fantasías es que el cornudo vea como le crecen.
-Sabes que no voy a llamar a Carlos. Esto es un secreto.
Ana había deshecho el nudo de la corbata de Robert y ahora desabotonaba su camisa. Descendió su mano hasta el pantalón. Abriendo la cremallera, la introdujo dentro y agarró la polla del hombre que empezaba a crecer:
-Joder, vaya rabo que tienes cabrón.
-¿Qué se te ocurre para ganar esos 200 € más?
La estudiante tomó la mano del hombre y se llevó el dedo corazón a su boca. Comenzó a lamerlo y succionarlo para, luego, dirigirlo hacia sus nalgas y su raja del culo. El hombre encontró un hueco para introducirle el dedo en el ano. La chica gimió exageradamente haciéndole saber su propuesta de negociación:
-Pero que guarra eres, Anita.
-Y tú un cerdo que te tiras a una estudiante 20 años menor.
Se volvieron a besar apasionadamente. Ella le agarraba por la nuca presionándolo contra su boca. Sus lenguas peleaban cuando Ana se la mordió. Las manos de él ya recorrían el cuerpo de la chica. Buscaba las pequeñas tetas por debajo de aquella camiseta que la cubría escasamente. Pellizcaba sus pezones gordos provocándole dolor.
No era la primera vez que practicaban sexo anal. Ana, sin ser una experta, si contaba con cierta experiencia sexual. Pero con Robert, cada vez que lo habían hecho por el culo había sido en una sesión de sexo duro y ahora pretendía ganarse ese dinero de más ofreciéndole esa posibilidad en su propia habitación.
Robert, tiró ...
... del pelo de la chica. Mordió su labio inferior. Le metió una mano en el coño y comenzó a masturbarla:
-¿Quieres más dinero, puta?
-Sí, cabrón.
-Pues te lo vas a ganar.
Robert sacó de uno de los bolsillos de su abrigo una mordaza de cuero con una bola roja. Ana lo miraba a medio camino entre la excitación y el susto. Nunca habían utilizado ningún juguete. Sin reacción, vio como su amante le colocaba la mordaza dejándole la bola de goma en su boca y se la ajustaba con una correa a su nuca. Luego se quitó el cinturón y le ató las manos a la espalda. En cuestión de segundos Ana se sentía secuestrada en su propia casa. Amordazada y maniatada, estaba totalmente a merced de su “cliente”:
-Hoy te lo vas a ganar con creces, perra.
El hombre se desnudó ante ella. Su polla apuntaba al cielo cuando la levantó en vilo, cogiéndola por las nalgas. La llevó contra la puerta de su habitación. Echando las braguitas a un lado la penetró con violencia. Su polla, pese al grosor, se deslizó por aquella gruta ardiente totalmente lubricada con el propio flujo de Ana. Robert le mordía el cuello mientras ella solo podía bufar con aquella bola en la boca. Durante unos 10 minutos, el hombre la estuvo empotrando contra la puerta. El cuerpo de Ana golpeaba contra ésta provocando un ruido perfectamente identificable.
De repente, el maduro la llevó hasta la cama. La colocó de rodillas en el suelo y con su cuerpo apoyado en la cama. Con las manos atadas a la espalda con el cinturón y la ...