Mi oscura obsesión
Fecha: 01/01/2023,
Categorías:
Anal
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Soy mujer de 25 años. Mi nombre no importa. Mi aspecto físico tampoco. Lo único que importa es mi culo. Tengo un culo chiquitito y respingón, que cabe en una talla 36 de pantalón. Bastante blanco por la falta de sol (a pesar de que de vez en cuando me dejo caer por la playa nudista). Su piel es suave y sedosa y lo tengo bastante firme (no en vano he hecho deporte todos estos años). Me gusta vestirlo con tangas que se pierden entre mis glúteos y cuya tira me proporciona un contacto con mi ano rosado. Mi ano, en otros tiempos tímido y cerrado, luce ahora abierto la mayor parte del tiempo, mostrando su interior rosado y sin oponer ninguna resistencia a la entrada de cualquier agente externo, ya sea polla, dedos, consoladores,… Me encargo de tenerlo siempre lubricado con vaselina, no porque me haga falta (ha llegado ya un punto que la vaselina no es necesaria), sino porque lo mismo que mi coño se humedece cuando estoy caliente, me gusta que mi entrada trasera tenga su propia humedad. Me hace sentir más excitada. Os voy a contar la historia de cómo empezó mi obsesión.
Mi vida sexual empezó bastante tarde, hasta los 20 años no tuve ningún contacto con el "miembro" masculino, todo lo más que había hecho había sido meter la lengua en la boca de un tío y dejarme sobar un poco las tetas. Aunque no lo parezca, soy bastante tímida y me costaba bastante tontear con algún chico y, mucho más, llegar a algo más. Fue mi primer novio el que me introdujo a las delicias del sexo. Nada ...
... especial: masturbaciones, sexo oral y penetración vaginal.
Tuvieron que pasar todavía unos tres años hasta la primera incursión en mi agujero negro. Fue con un chico que conocí una noche en una fiesta de un amigo común. Nos caímos bien, nos gustamos, nos enrollamos y acabamos en la cama. Mientras me estaba follando, él, mojó su dedo con mis fluidos vaginales que resbalaban por la cara interna de mis muslos y me metió el dedo en el culo. No recuerdo haber sentido dolor, solo recuerdo la impresión que me causó sentir de repente invadido mi culo. Ni siquiera movió el dedo, se limitó a tenerlo dentro. A partir de entonces, las sensaciones se multiplicaron y desencadené en el orgasmo más intenso que hasta entonces había tenido follando, no dejé de tener convulsiones hasta que él se vació en mi interior y me sacó despacio, tanto la polla de mi vagina, como el dedo de mi culo.
A partir de ese momento empecé a sentir curiosidad por el sexo anal. Mis inicios fueron muy tímidos, se redujeron a introducir un dedo de vez en cuando en mi ano en mis frecuentes masturbaciones. Me gustaba, sentía como mi esfínter abrazaba mi dedo y se resistía a su penetración. Cuando estaba dentro, le daba vueltas tocando las paredes de mi intestino y jugaba a penetrarme metiendo y sacando el dedo despacio, tenía miedo a hacerme daño.
Comencé también por entonces a leer relatos relacionados con penetraciones anales. Cada vez me excitaba más el tema. En las películas porno (si, aunque la mayoría de las ...