1. Mi oscura obsesión


    Fecha: 01/01/2023, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... conforme mi esfínter iba abriendo paso a la bola! Una vez pasado el máximo grosor, que correspondía al diámetro de la bola, mi intestino se la tragó entera. Pero tenía más hambre, mi culo me pedía a gritos que le diera la segunda, y yo, atendiendo a sus súplicas, se la ofrecí empujando la bola con dos dedos hacia mi interior que, al igual que la primera, desapareció en un momento. Sentí perfectamente como la segunda bola empujaba a la primera y se acoplaban las dos perfectamente en mi intestino. Pero lo mejor de todo fue tirar del cordón: las bolas salían forzadas al exterior, produciéndome al salir una sensación indescriptible que me hicieron derivar en un orgasmo. Esa noche me pasé. Tuve que estar los dos días siguientes sin tocar mi culo para que curaran mis heridas.
    
    A partir de ese día le perdí el miedo y empecé con las hortalizas que, en forma y grosor, eran el objeto más adecuado que tenía en mi casa. Las zanahorias estaban bien para ir aumentando progresivamente el grosor pero los pepinos…¡me llenaban entera! Los metía muy despacio (son bastante gruesos y me costó acostumbrarme), iba introduciéndolos poco a poco sintiendo como mi esfínter se dilataba al máximo manteniéndose tirante abrazando al pepino. Una vez que conseguía meterlos dentro del todo, me sentía totalmente invadida, colonizada, llena ¡con qué ansia era mi culo capaz de tragarse el pepino! Me gustaba ir al espejo y ver como el pepino iba desapareciendo en mi interior dejando mi ano completamente ...
    ... dilatado, abierto, rosado, saciado.
    
    Estaba dispuesta a que educar mi ano para que pudiera ser penetrado sin dolor en cualquier momento que me lo propusiera y, para eso, no bastaba con las penetraciones que me hacía, no, necesitaba además mantener largos periodos de tiempo mi esfínter abierto y lleno. No bastaba con introducir un objeto, tenía que dejarlo a medio introducir para que mi ano estuviera acostumbrado. Fue aquí cuando empezó la siguiente parte de mi plan.
    
    Al principio probé con los pepinos, que tan buen resultado me estaban dando. Me los dejaba introducidos por la mitad para que estuvieran así toda la noche. No funcionó, mi ano los iba rechazando a medida que transcurría el tiempo y cuando me despertaba estaban fuera de mí. Necesitaba algo que me mantuviera el esfínter abierto sin que se me saliera. Fue así como me hice con mi colección de plugs anales, de distintas formas, distintos grosores y distinta longitud. Empecé comprando uno y poco a poco fui comprando otros de tamaño creciente conforme me saciaba de los anteriores.
    
    Me acostumbré a tener mi ano abierto gran parte del día: me los ponía para dormir, para estar en casa, incluso a veces para ir a trabajar, tan solo me los quitaba un rato al día para que mis intestinos cumplieran con su auténtica misión fisiológica. Al cabo de una semana ya tenía el ano tan abierto que hubiera entrado por ahí cualquier polla sin causarme el más mínimo dolor. Estaba preparada. Tenía que conseguir que me follaran como ...