1. Mi oscura obsesión


    Fecha: 01/01/2023, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... mujeres lo nieguen, también nosotras vemos pelis porno), ponía una y otra vez las escenas que incluían sexo anal.
    
    Con el tiempo, mis masturbaciones se fueron centrando en mi ano, cada vez cogía más protagonismo. Al principio, me tocaba el clítoris a la vez que me penetraba para provocarme los orgasmos pero, con el tiempo, aprendí a correrme tan solo metiendo mis dedos en mi culo. Empecé a usar más de un dedo y a aplicarme lubricante.
    
    Lo que más retrasó la entrega de mi ano fueron mis amigas. Un día salió el tema del sexo anal mientras estábamos tomando un café (en realidad el tema lo saqué yo, que para esos entonces ya estaba empezando a obsesionarme). Estábamos seis en total, de las cuales, una no lo habían probado nunca ("nadie va a profanar mi culo" fueron sus palabras exactas). Otras dos se habían limitado a dejarse meter un dedo de vez en cuando, pero no pensaban ir más allá. Y de las dos que quedaban, una lo había probado una vez y, según ella, nunca había sentido un dolor tan intenso y, por tanto, nunca, nunca, nunca más volvería a dejarse. La otra había empezado a acostumbrarse, ya había dejado de dolerle, pero lo hacía por su novio, porque a ella no le gustaba, ni le iba a gustar nunca. Como comprenderéis, este panorama me hico sentirme como un bicho raro e hizo que reprimiera mi obsesión durante unos meses, y dejé de tocarme por detrás, ya que, todavía no había descubierto que lo que opinara la gente a mí me importaba un pimiento.
    
    No pasó nada en ...
    ... especial para que volviera a retomar mis pequeñas entradas a mi intestino, simplemente, un día que me estaba masturbando volví a meter el dedo. Entonces, después de tantos meses sin trastear en mi "zona sucia", mi orgasmo me recordó lo que se sentía. Decidí entonces que trabajaría mi ano, lo abriría, le daría elasticidad, y algún día se lo entregaría a alguien.
    
    A partir de ese día, mis masturbaciones comenzaron a ser diarias y solo por el culo. Era como si mi vagina y mi clítoris hubieran desaparecido de mi cuerpo. Solo tenía ojos para mi ojo (valga la redundancia).
    
    Como lo de los dedos ya lo tenía superado, empecé con diversos objetos. Analizaba cualquier cosa que me encontraba por mi piso sopesando la forma y el grosor y los clasificaba como objetos válidos o no válidos. Los que consideraba válidos dormían esa noche conmigo. Los primeros que usé eran de un fino grosor, como bolígrafos, velas,… pero pronto esos objetos empezaron a ser demasiado finos para mi culo, que ya estaba empezando a dar de sí.
    
    El primer objeto de mayor grosor que usé fueron unas bolas chinas que tenía de hacía tiempo. Estuve una temporada dándoles un uso vaginal, pero hacía mucho tiempo que habían caído en el olvido. Me acordé de ellas cuando iba rastreando la casa en busca de un objeto más grueso con el que dormir esa noche. Eran dos bolas unidas por un cordón, que tenían unos 3 centímetros de grosor. Tras untar mi culo bien con vaselina, empecé despacio a introducir la primera bola, ¡que gusto ...