1. Madura pierde la vergüenza entre otras cosas


    Fecha: 04/02/2023, Categorías: Infidelidad Autor: carmenmadura, Fuente: CuentoRelatos

    Ese verano Jorge, mi marido, y yo pasamos una semana en un precioso hotel en los Montañas. A Jorge le encanta la montaña. A mí me gusta el paisaje pero sin su entusiasmo. Yo estoy encantada de dejarle a él trepar por las rocas y competir con las cabras montesas en su territorio. Además, aunque no gorda, estoy un poquito entrada en carnes y con el bien desarrollado trasero no estoy para saltar de peña en peña. Antes de salir de vacaciones, ya nos habíamos puesto de acuerdo que él podía ir a escalar cuanto quisiera, yo me quedaría en el hotel, tomando el sol en la piscina y leyendo algunas novelas. Jorge se iba alrededor de las once de la mañana y solía llegar a de seis a siete de la tarde. Tomaba una ducha, nos cambiábamos, bajamos a cenar y luego nos quedábamos un rato en la terraza tomando café y una copa. La primera noche hicimos el amor, pero la segunda y tercera noche Jorge decía que estaba reventado de tanto trepar como había hecho.
    
    El cuarto día continuamos con nuestra rutina. Después de desayunar juntos, Jorge se fue a escalar, a eso de las once y media yo bajé a la piscina que estaba prácticamente vacía. Coloqué una tumbona, me tendí con la cabeza a la sombra y empecé a leer mi novela que no era ninguna gran cosa: Una historia de una periodista alemana viajando por Marruecos a principios de siglo. La alemana encuentra una tribu de Tuaregs y se enamora del Jeque; el Jeque no solo es guapísimo, si no que en vez de oler a estiércol de camello y sudor de tres semanas, ...
    ... va siempre limpísimo, con sedosas túnicas y huele a frescas hierbas humedecidas por el rocío del alba. El jeque es un moro dominante que nada más ve a las mujeres como objeto sexuales. Al ver a la germana se prenda de ella y la convierte en su esclava. La novela no proporcionaba detalles de las actividades sexuales. Describía cabalgadas por el desierto, románticos ocasos en oasis paradisiacos, hashish, fru-frus de sedas, abundantes cojines sobre el suelo de la tienda, abrazos de éxtasis... pero por a pesar de la falta de énfasis sexual, yo la estaba encontrando tremendamente erótica y excitante; sin darme cuenta estaba restregando mis muslos.
    
    Al notarlo, inmediatamente baje el libro para ver si alguien me había visto. La piscina seguía prácticamente vacía excepto por un adonis que estaba haciendo gimnasia. No me estaba mirando y no parecía que hubiese notado nada. Era un chico joven (yo tengo treinta y ocho años, así que veo más "jóvenes" de los que veía antes), debía estar por los veintidós, veintitrés años. Era alto, rubio, tostado por el sol, obviamente hacia pesas, pues cada músculo de su cuerpo estaba bien marcado y desarrollado; los brazos y muslos particularmente grandes y fuertes. Llevaba un minúsculo biquini, azul oscuro, bien distendido y estirado por el "paquete" entre las piernas. Mientras yo hacia este examen, me puse colorada. La verdad es que no soy particularmente pacata, pero soy un ama de casa, respetable miembro de la sociedad, entrada en años y carnes y ...
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