1. Madura pierde la vergüenza entre otras cosas


    Fecha: 04/02/2023, Categorías: Infidelidad Autor: carmenmadura, Fuente: CuentoRelatos

    ... normalmente no evalúo a cada chico que veo como si fuera un semental listo para hacer copular. Decididamente la novela me estaba poniendo tonta. Volví a mis desiertos, oasis, y puestas de sol.
    
    Al poco tiempo bajé el libro para mirar al chico. Él seguía haciendo sus ejercicios pero ahora estaba solo a tres o cuatro metros de mí. Hacia flexiones ¡Dios que trasero! Abdominales ¡caray tenía la tripa como una tabla! Los bíceps ¡Jesús, que brazos! La verdad es que cada parte y músculo de su cuerpo estaban pero que muy bien, además con los ejercicios se había puesto sudoroso y con el sol reflejándose en las gotitas de sudor, resplandecía como un dios griego. Quizás no era la novela, quizás mi calentura se debía a la altura, las montañas... ¡Carmen! ¡A tus ocasos, dunas, dátiles y huríes!
    
    Oí un chapoteo, el chico se debía de haber cansado después de tanta gimnasia y se había tirado a la piscina. Parecía nadar muy bien, claro que con esos musculazos cualquiera... Hizo unos largos, salió y se tumbó sobre una toalla a dos metros de mí. Así tumbado boca arriba, viéndole desde sus pies, admiraba aquellos muslos sólidos como columnas con músculos esculpidos a cincel. Puestos a admirar, el bulto en el biquini también era digno de admiración y si estaba así después del agua fría de la piscina... Yo ya no sabía que hacer estaba totalmente excitada. Lo único que se me ocurrió fue quitarme el sujetador del biquini coger aceite bronceador y restregarme los pechos como una tonta. De ...
    ... repente el Adonis muscular se levantó se acercó a mí, extendió sus manos hacia mi botella de bronceador y, sin perder el tiempo con introducciones, dijo:
    
    —¿Te ayudo?
    
    Yo, en un ataque de dignidad, estuve a punto de mandar a aquel niñato, que se permitía el lujo de tutearme, a tomar viento. ¿Que se había creído? Jorge es ingeniero, ocupa un alto cargo en el ministerio, conocemos a personas importantes, yo soy la distinguida esposa de un alto funcionario y ¡el niñato me tuteaba! Actuando en consecuencia, sin decir palabra, con superioridad, le tendí la botella del bronceador. Él la cogió, derramó algo de aceite en sus manos, se puso detrás de mí y empezó a darme un masaje en la espalda. Yo me quedé un poco decepcionada, cuando él me ofreció su ayuda yo esta tocándome los pezones, pensé que él iba a continuar, sin embargo estaba trabajando mi espalda. A pesar de mi decepción inicial, el niño sabía lo que hacía, magistralmente movía sus manos, ora acariciando ora estrujando; de vez en cuando, las yemas de sus dedos se insinuaban por mi cuello. La mezcla de caricias y masaje no ayudó a calmar mi calentura; por fin el Adonis, con mucho cuidado, rozo mis pezones, al mismo tiempo se inclinó y junto a mi oído, dulcemente dijo:
    
    —¿Subes a mi habitación?
    
    ¡Caray! Una cosa es tener fantasías con jeques de papel durante sobrecogedores ocasos, y otra cosa es saber qué hacer si algo increíble te sucede a ti misma. A mis treinta y ocho años ya no estoy en edad de merecer, y a parte de ...
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