1. Matilda, guerrero del espacio (capitulo 15)


    Fecha: 20/06/2018, Categorías: Gays Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... —comenzó a decir atropelladamente la Princesa.
    
    —Es la energía mística de tu antecesor y Surgúl quienes eligen, no nosotros.
    
    —Pero reverenda madre, yo no tengo el nivel de Matilda, no merezco…
    
    —De eso nos ocuparemos nosotras, Princesa Súm, —la interrumpió la superiora.
    
    —Si, Princesa. Te quedaras aquí para completar tu adiestramiento, —intervino Matilda—. Cuando finalice, una nave de Faralia te llevara al 23 donde tu nave te espera.
    
    —¿Mi nave?
    
    —Todos los guerreros místicos tienen su nave, —dijo la superiora.
    
    —Tu nave es el Kirugasa, —dijo Matilda.
    
    —Pero yo no soy de Numbar, —exclamó Súm hecha un lío.
    
    —No es condición. Es cierto que durante mil años, todos los miembros de Consejo, menos uno, han sido de Numbar. Te lo repito, es el conde y Surgúl quienes eligen.
    
    —Pero soy de infantería, no tengo ni idea de cruceros, ni de…
    
    —De eso también nos ocuparemos nosotras.
    
    —¿Desde cuándo cojones sabes esto, Matilda? —preguntó finalmente la Princesa.
    
    —Desde el mismo día que te conocí en Raissa.
    
    Súm, pidió permiso a la superiora para pasar la última noche con los suyos. Llegó al hangar principal en una lanzadera, y cuando salio de ella, se encontró a toda la tripulación y a su escuadrón de infantería perfectamente formados.
    
    —¡Comandante en cubierta! —gritó Matilda—. ¡Firmes!
    
    Todos adoptaron actitud marcial, mientras la Princesa saludaba militarmente. Después, saludo uno a toda la oficialidad de la nave, y por último a los componentes de su ...
    ... escuadrón. Cuando termino, tenía los ojos llenos de lágrimas.
    
    —Ya veis, —solo pudo decir—. Menuda guerrera estoy hecha.
    
    —Una guerrera mística, no solo sabe matar, —dijo Matilda alzando la voz para que todos lo escucharan—. Tiene que tener compasión, humanidad y corazón. Y tú lo tienes tan grande, que casi no te entra en el pecho.
    
    Se despidió de todos, y después de pedir a Ramírez que en un par de horas fuera a su camarote, acompañó a Matilda. No la llevó a la sala de estrategia, ni a su camarote, la llevó al mirador que había debajo del puente de mando, donde había instalado pequeña cantina para los que querían tranquilidad. Se sentaron en la mesa con la vista más espectacular, y que previamente había reservado, y llenó dos vasos con licor de Mandoria.
    
    —Aprovecha, en el monasterio no hay licores, —dijo Matilda riendo—. Y vas a estar un año.
    
    —¿Un año? No sé si voy a aguantar tanto, —respondió Súm pensativa.
    
    —Lo harás Princesa, hay mucho en juego. Y no te quejes, yo estuve tres años en el monasterio de Konark. Ellas te enseñaran a combatir como nunca lo has hecho. Por cierto, despídete de tus espadas mandorianas: a partir de ahora lo harás con Surgúl.
    
    —¿Combatiré cómo tú?
    
    —Casi como yo, —respondió riendo—. Te enseñaran estrategia, movimientos de grandes contingentes, te enseñaran todo sobre las naves, tanto, que podrás hacer cualquier función en ellas. Entrenaras cómo una bestia y estudiaras cómo un animal: veinte horas al día, y solo dormirás cuatro o ...
«1...345...»