1. El regalo: Un antes y un después (Decimosexta parte)


    Fecha: 07/02/2023, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    ... pies de aquel piso de madera iluminada por los flashes de colores. Intentaba a su manera, cogernos el ritmo.
    
    Luego el Dj, tras hacer sonar un tema de Wisin & Yandel, si no estoy mal «Rakata», nos puso a parrandear con «Gasolina» de Daddy Yankee para con sutileza, ir bajando de a poco el sonido y por el otro canal, empezar a subir el volumen con la más suave y sentimental «Mis Ojos Lloran Por Ti» de Big Boy.
    
    Ya entrados en el calor de aquella rumba latina, los dos sudorosos y felizmente apartados de nuestras incomprensibles realidades, Martha con su mano sobre mi hombro, se acercó a mi oído para pedirme piedad e ir a descansar un poco de sus pies. Almudena por el contrario, consiguió que un joven admirador, paisano mío por su inconfundible… ¡Parce! ¿Será que puedo bailar con la cucha?, prosiguió sus agitar de caderas.
    
    Y yo, levantando mis hombros y sonriendo le respondí con mi cachaco parlamento… ¡Ala mi rey! Si a mi compañera le apetece, no le veo inconveniente. Obviamente que la alegre Almudena, no desaprovechó la ocasión para seguir bailando con aquella nueva compañía. Y en seguida me llevé de la mano a Martha hacia nuestra mesa. Llené las tres copas con aguardiente, me tomé la mía y ofrecí una a la esposa del jefe de mi esposa. Ella bebió hasta la mitad, ya sin hacer mala cara, aunque dio un trago bastante largo al vaso con jugo de naranja que yo había servido para mí. Ella feliz sonreía, mientras de su bolso tomaba un paquete de pañuelos faciales para secar el ...
    ... sudor de su frente y con uno nuevo, acercándose hacia mí, realizo la misma operación en la mía.
    
    —Ohhh, Rodrigo, perdóname. Estoy tan oxidada, que sentí que me iba a desarmar ante tus pies. ¡Jajaja! —Me decía Martha, sobándose uno de sus tobillos.
    
    —Ven aquí, dame tus pies. —Le dije yo.
    
    —¿Pero qué haces? ¡No! —Dijo ella.
    
    —¡Que sí! Le respondí risueño.
    
    —¡Que no Rodrigooo! —Y pataleaba como una niña, pero riéndose a carcajadas.
    
    —¡Claro que si Marthaaa! —Hasta que por fin gané yo, tomándola por sus tobillos, la descalcé y acomodando su pierna derecha sobre mi muslo, pude dar un firme masaje a la planta de su pie, frotando con mi pulgar por debajo, haciéndolo despacio de abajo hacia arriba, y por el empeine con mis otros dedos, lo acariciaba suavemente. Por supuesto en su talón también.
    
    —¿Mejor? —Le pregunté.
    
    —¡Ufff! Pero qué delicia. Mucho mejor. ¡Ahora en este! —Y ella misma me ofreció su pierna izquierda y una mirada de niña mimada, acompañada por el gesto aquel, de colocar su dedo índice en medio de su boca entre abierta. ¡Aprovechada!
    
    —Oye… ¿Y tú amiga? Esta desaparecida. ¿Si estará bien? —Me preguntó Martha, aunque no la sentí angustiada.
    
    —¡Si, preciosa! Ella está bien, no te preocupes. Me abandonó, sencillamente. Es una lástima corazón, porque yo pensaba hablar con ella y proponerle un trato. —Martha arqueó sus cejas en señal de extrañeza.
    
    —¿A qué te refieres exactamente? —Me indagó.
    
    —Pues… Se me ocurrió que de pronto Eva, pudiera ser esa ...
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