Construyendo cuernos
Fecha: 14/02/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Berni, Fuente: CuentoRelatos
... alguien, pero parecen no hacer caso a eso, sólo quieren regocijarse contemplando a la fémina que deambula por la obra. Isabel le pregunta a un joven el paradero del arquitecto y el peón parece no entender el idioma, o es medio tonto, piensa ella.
Se encuentra ante una situación que la violenta cuando es observada de forma indiscreta y con descaro por toda la cuadrilla, y está realmente incómoda con el asedio visual al que está siendo sometida, hasta que el encargado de la obra los pone firmes y les ordena continuar con su trabajo. Muy amablemente le pregunta qué desea y ella le dice que busca a su esposo, y el hombre se deshace en elogios ofreciéndose a acompañarla.
—Creo que está en las alturas. Si no me equivoco andará por el piso veinte.
—Si es tan amable de entregarle estos planos, —le pide ella.
—Puede dárselos usted misma. Podemos subir en el montacargas.
—Está bien, —contesta.
Mientras suben en el montacargas la escrutadora mirada del capataz le da un repaso visual por toda su morfología. Isabel lleva el pelo suelto por encima del hombro. Su corta melena es morena y a un lado lo lleva recogido detrás de la oreja. No va maquillada en exceso, sólo un poco de sombra de ojos en tonos grises, la raya del ojo y un poco de rímel. Lleva una falda suelta en tonos rosa que cae por debajo de las rodillas y está abotonada en el centro. En la parte de arriba viste una especie de top blanco de tirantes con un escote cruzado y unas sandalias de tacón alto ...
... rematan su vestimenta. El capataz, al igual que han hecho los albañiles anteriormente, le ha pasado el escáner. Isabel se percata de las miradas furtivas del hombre a su escote mientras le comenta cosas intrascendentes, del mismo modo, ella también le da un repaso visual al encargado. Es un tipo rudo, de brazos fuertes y está sudado por el calor, y se supone que también por el esfuerzo del trabajo. Lleva pantalón vaquero y una camiseta de tirantes de la que asoma un pectoral con un poco de vello.
—Hace un calor de mil diablos, —comenta el hombre para romper el hielo, mientras el montacargas se eleva.
—Así es. Con este calor se hará duro trabajar.
—Bueno, son los inconvenientes del oficio. En invierno frío y en verano calor. Qué se le va a hacer.
—Ya…
El montacargas se detiene en la vigésima planta y el hombre le cede el paso a Isabel y mientras avanza ella delante, el capataz babea ante los sutiles movimientos de cadera que ejecuta al caminar, y unas nalgas sugerentes se le insinúan a través de la fina tela de la falda.
—¿Dónde está mi marido? —pregunta Isabel.
—Creo que no está por aquí, —señala el capataz sin dejar de observarla de forma cada vez más indiscreta.
De pronto el montacargas es llamado desde abajo y ella piensa que va a tener que perder más tiempo del esperado por culpa de su marido. Mientras él le dice que tendrán que esperar un rato hasta que suba el montacargas, se percata de que no le quita el ojo de encima y eso logra ponerla ...