Construyendo cuernos
Fecha: 14/02/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Berni, Fuente: CuentoRelatos
... primera y enérgica estocada. Después le levanta la otra pierna y mantiene a Isabel en volandas, apoyando su espalda contra el tabique. Sus manos sujetan y alzan su culo, mientras ella acomoda sus piernas detrás de su cintura. El capataz la eleva con sus brazos sudorosos y, al bajar, ella siente como la polla penetra dentro de su ser para después volver a salir con aquellos violentos y reiterados movimientos que le aplica aquel hombre que parece convertido en un salvaje, no obstante, aquella rudeza, lejos de molestarle, le gusta cada vez más. Se aferra a su cuello e intenta ayudarse a subir en cada embate, sintiendo el garañón penetrar una y otra vez hasta que advierte como un segundo orgasmo golpea su coño, recorre su clítoris y transita después por todo su ser a través de cada terminación nerviosa. Isabel exhala un último suspiro de gusto pensando que todo ha terminado, pero el encargado la coloca en el suelo, sobre un cartón y se deshace completamente de los pantalones, le abre las piernas y las engancha a sus hombros para volverla a penetrar, iniciando así una nueva cópula en la que ambos se funden en uno como si fueran dos amantes que hubiesen estado dos años sin verse y ahora se reencuentran, y eso no conduce a otra cosa que a fornicar como posesos.
Isabel jadea como una yegua en celo a la vez que el garañón resuella como un toro mientras embiste con fiereza en su coño. El sonido de los chapoteos se entremezcla con los resoplidos y los jadeos. El sudor del hombre ...
... cae a chorros sobre la cara y el cuerpo de Isabel. Ella se coge a sus fuertes brazos mojados también por el sudor y abierta de piernas se abandona a un tercer orgasmo gritando de gusto.
—Me voy a correr yo también, puta, —le dice el hombre mientras su pelvis golpea con inusitado frenesí una y otra vez con su polla se hundiéndose reiteradamente en sus entrañas.
—No te corras dentro, —le advierte ella, pues en vista de su poca actividad sexual decidió en su momento dejar los anticonceptivos.
El hombre extrae su polla y tras tres movimientos de mano la leche escapa a presión, derramándose sobre su falda, su top, su cuello y su cara. El capataz grita como un energúmeno mientras se la menea encima de ella hasta que los últimos trallazos se diseminan por su ropa. A continuación le acerca la polla pringosa a la boca y se la hunde. Isabel nota que se ahoga y lo empuja hacia atrás para que se la saque. Ahora tiene el cipote en la cara y se pone bizca ante una bolsa con dos pelotas de pin pon que se pasean por su boca, y aunque no le apetece más sexo, su lengua golpetea los huevos y se va introduciendo primero uno, y después el otro.
Con semejante repiqueteo de la lengua de Isabel, la polla del capataz parece no querer retornar a su estado natural y se mantiene en pie de guerra.
—¡Vamos! ¡Empléate a fondo! —le ordena.
El hombre se recuesta sobre los cartones e Isabel se incorpora para apoderarse de la polla. La coge con la mano y la mueve arriba y abajo con movimientos ...