Ocurrió en el sur (II)
Fecha: 14/02/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... él no me requería ni por la boca ni por la cola, y había consentido en que las usara Félix.
Ahora, Félix se sentía el dueño y me mandaba, marcando cada vea más su autoridad y su dominio sobre mi, que reafirmaba castigándome sin piedad por cualquier motivo o sin motivo y obligándome a hacer cosas. Un día me hizo chupársela en el auto, mientras él daba vueltas lentamente alrededor de la plaza del pueblo; yo moría de temor y vergüenza pero gocé cuando me echó en la boca una copiosa volcada, que tragué.
Al poco tiempo, comenzó a venir a casa a la siesta cuando estaba sola: yo, lo recibí arregladita como para salir a misa: vestido entero, cerrado y collar de perlas, por cierto que sin bombacha. Toda una señora como le gustaba. Un día, apenas me arrodillé ante él y le saqué su pija afuera, me alzó de los pelos, me cruzó la cara de un fuerte bofetón, y con voz ronca y dura me dijo:
-Su culo, señora, quiero su culo-. No puedo creerlo aún hoy. Sentí un ramalazo de alegría y orgullo ¡Me quería culear!
Repetimos la primera experiencia, pero esta vez, apenas entró su hermosa cabeza, apoyé mis manos en el respaldo del sillón y sola me ensarté hasta el fondo. Luego me enderecé, me apoyé contra su pecho y echando los brazos atrás, busqué su boca para un beso; se rio y me dijo burlándose:
-¡Ajá! ¿No era que esa boca era solo para chupar pija?-. No contesté, lo atraje y lo besé profundamente. Él me abrazó tomando mis pechos con sus manos y repitió el hecho de la primera vez. ...
... ¡Qué placer! ¡Qué macho para mi sola! Cuando caímos en el lecho matrimonial, la ensartada fue cálida y profunda y ahí se quedó mordisqueándome el cuello y las orejas un largo rato, moviéndose hasta bien profundo, hasta que eyaculó. Yo había tenido dos orgasmos. Se quedó echado sobre mi un largo rato con su pija en mi culito maltrecho; yo quedaba cubierta como una yegua.
Desde entonces no dejó de culearme a placer, aunque a veces me obligaba a rogarle que me diera por atrás. Se reía, me cacheteaba, me tiraba de los pelos haciéndome llorar, pero al final me culeaba.
Muchas veces, mientras me tenía enculada, menudeaban sus comentarios hostiles y preguntas hirientes que me desesperaban:
-¿Le gustará por el culo a su hija, señora?- Me preguntaba aludiendo indefinidamente a mi hija, cuando yo tenía dos. Me invadía el terror con su pregunta. ¿Acaso sería capaz de entregarle mi hija? O era una mera burla. Yo no me atrevía a moverme ni responder, pero el componente de morbo que agregaba hacía la relación más intensa.
Entonces agregó una forma de castigo nueva, que no se privó de aplicarme con frecuencia: Me ponía boca abajo sobre su falda, me levantaba la pollera y me castigaba con una varita flexible que se sentía dolorosamente. Los primeros golpes hacían que frunciera mis glúteos para soportar el dolor, pero enseguida me relajaba y él concentraba sus golpes en el medio, sobre el ano y el periné y mi conchita. Las azotainas fueron teniendo un efecto notable involuntario: ...