1. Trastorno bipolar


    Fecha: 19/02/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Berni, Fuente: CuentoRelatos

    Mario no desea seguir con la discusión. Está muy harto de los cambios repentinos de humor de Luisa. Todo parece ir estupendamente y en un instante la calma se viene abajo sin haber un motivo justificado para discutir, pero por lo visto, ella no piensa lo mismo y encuentra esa razón, respaldando su causa para iniciar una disputa como si necesitase de ella igual que un yonqui necesita su dosis diaria de crack.
    
    Con todos esos altibajos se plantea si no sufrirá un trastorno bipolar porque, al igual que un bólido, llega de cero a cien en menos de un segundo, ella localiza una causa, la argumenta con la desenvoltura propia de una verdulera y estalla en gritos e insultos en menos que canta un gallo. ¿Qué le está pasando? Mario no lo sabe porque son tantas las razones que encuentra que ya no está seguro de nada. Cuando no son sus padres, son los hijos, si no, la fregada o cualquier mota de polvo que interfiere en su vista. Sin embargo, con todo ello, Mario adora a su esposa. La quiere más que a nada desde el primer día que se conocieron en la facultad, pero con su actitud bipolar se diría que en esos momentos de crisis, para ella ha desaparecido toda muestra de apego. Después regresa la calma y todo sigue como si nada hubiese pasado.
    
    Esta vez no es diferente, aunque sea otro el pretexto que haya encontrado para discutir. La postura de Mario es apelar a la calma y discutir del tema como dos personas adultas y formadas que son, pero Luisa no atiende a razones y despliega ...
    ... todo un repertorio de insultos e improperios propios de la mejor deslenguada del arrabal, por consiguiente, es la gota que colma el vaso. En vista de que su esposa parece estar poseída por el demonio y es humanamente imposible razonar con ella, él hace lo que no ha hecho nunca hasta ahora, y en un arrebato abre la puerta y sale de casa sin saber siquiera adónde va. Cuando la cierra se percata del frio que hace y de que ha salido con lo puesto, pero no quiere volver a entrar ni parecer ridículo. No le apetece ir de un lado a otro deambulando sin un destino concreto, pero tampoco quiere entrar de nuevo en casa en esos momentos. Vive en el decimoquinto, pero para demorar la llegada a la calle decide no coger el ascensor y bajar a pie. En el rellano del decimocuarto se abre la puerta del ascensor y sale Carmen que llega en ese momento y lo saluda con la simpatía que le caracteriza y su amable sonrisa.
    
    Tiene sesenta y tres años, y aunque su esplendor de juventud ha huido con la edad, todavía goza de un candoroso rostro en el que apenas se perciben arrugas, adornado con unos preciosos ojos azules de una mirada profunda en la que uno puede extraviarse si la prolonga demasiado. No tiene un peso excesivo, pero la edad ha ido haciendo mella marchitando un cuerpo que en sus mejores momentos habría sido atractivo. Aun así, sus anchas caderas y su pecho exageradamente grande han sido objeto de algunas de las furtivas miradas de Mario y, ¿por qué no decirlo? de alguna que otra fantasía ...
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