Juego de equipo 1
Fecha: 22/02/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
La Terminal 4, en estos tiempos, a última hora de la tarde, ya casi anocheciendo, no es el lugar más populoso del mundo. Allí estábamos mi mujer y yo, dispuesto a tomarnos unas vacaciones bien merecidas. El avión pronto saldría rumbo a las Seychelles, donde esperábamos descansar después de un año agotador.
Ella ya se había vestido para la ocasión, aunque siguiéramos en Madrid. Yo le había comprado unos vestidos de seda espectaculares, entallados, cortos para lo que solía vestir ella, a medio muslo, que hacían destacar el cuerpazo que tiene con sus cuarenta y tantos. El que había escogido, estampado en rojo, Iba bien pegado al cuerpo, marcaba su cintura y no se lo había abrochado hasta arriba, ni mucho menos. Un curioso podría asomarse allí y ver un par de pechos que la edad no había hecho más que mejorar, haciéndolos redondos y pesados. Las alpargatas con cuña que llevaba le estilizaban las piernas y el corte de pelo que se había dado la tarde antes, un bob a la última moda, era perfecto. Realmente podía presumir de una mujer de bandera, que se follaba a quien quería y cuando quería, pero mi mujer al fin y al cabo.
Yo era un tío normal, un profesional de éxito, como ella misma era. Pero aquella tarde era puro deseo, la notaba llena de satisfacción, tal despliegue de sensualidad era la señal de que estaba derrotando todos los obstáculos que se le presentaban y estaba consiguiendo todo lo que se proponía. Me relamía pensando en cómo íbamos a follar durante esos quince ...
... días, el bungalow con playa privada, ella bañándose desnuda… Casi estaba empalmado al pensarlo. La verdad es que estaba empalmadísimo, como estoy ahora mientras escribo este recuerdo.
No había mucha gente en nuestra puerta para embarcar en el mismo vuelo que nosotros. Algunas parejas de recién casados, un grupo de amigos jubilados y un grupo de tíos jóvenes, altos, musculosos, que llamaban la atención. Por lo menos, la de mi mujer.
- Deben de ser jugadores de balonmano - le dije yo, juzgando por la estructura torácica que se gastaban.
Pronto nos llamaron a embarcar y subimos los primeros, con los privilegios de mi tarjeta Platino. Ocupamos dos de los ocho asientos de Business, amplios, confortables. Otros cuatro los ocuparon los chicos, que en efecto eran jugadores de balonmano, como revelaban sus ropas ajustadas con logotipos. Dos se sentaron al otro lado del pasillo, y los otros dos en la fila de delante, uno a cada lado. Todos iban en pantalón corto, ajustado, que revelaba unas piernas fuertes, trabajadas, depiladas. Polos federativos que no ocultaban sus músculos y que marcaban unos brazos potentísimos. Se sentaron con despreocupación, con esa seguridad del deportista de élite, abriendo las piernas todo lo que el asiento permitía. Y revelando unos bultos dentro de los pantalones que a mi mujer no le pasaron desapercibidos.
A la azafata que se ocupaba de nosotros, tampoco. Bastaba con comprobar lo solícita que era y las miradas que les dirigía a los paquetes, que ...