No fue premeditado, pero pasó.
Fecha: 01/03/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
No sé si lo que voy a contar está bien o mal, no me lo planteo, pero la experiencia que en un principio me resultó muy inapropiada y hasta cierto punto inverosímil, la he ido interiorizando poco a poco hasta llegar a un punto de normalidad que, siempre manteniendo todas las cautelas posibles, contribuye a hacer que me sienta bien conmigo mismo y que haya desaparecido el sentimiento de culpa que sufrí durante un tiempo. Luis es mi nombre, vivo en una ciudad del centro de España, trabajo para una compañía de desarrollo informático, y estoy casado desde hace diez años con María, empleada de banca, y tenemos una hija de seis años. Tengo 38 años y mi esposa, que es hija única, 36. Ella es una mujer bonita, mide 170, tiene un cuerpo proporcionado, aunque le sobra algo de peso, no mucho, y sus pechos y culo, no destacan especialmente, pero contribuyen a hacer de ella una persona muy atractiva en general, y a la que seguro que más de uno le habrá tirado la caña. No tengo motivos para dudar de su fidelidad y por tanto no es algo que me preocupe. Disfrutamos de una vida cómoda, desahogada económicamente, y de un ambiente familiar tranquilo y agradable. Por lo demás, tenemos un comportamiento sexual del que se podría decir que está en la antesala de la rutina. Nuestros encuentros están en una media de dos por semana, son satisfactorios para ambas partes, creo, y no somos de innovar. Vamos que lo nuestro es como muy tradicional. Hemos practicado sexo oral y las posturas básicas. Poco ...
... más.
Mis padres y hermanos viven en Galicia y, salvo en fechas señaladas, apenas nos vemos. Por el contrario, y dado que mi mujer no tiene más familia, la relación con sus padres es muy estrecha. Vivimos a escasa distancia los unos de los otros y en caso de necesidad todo resulta más fácil. Él tiene 60, es abogado y regenta un pequeño bufete en el centro, que apenas le deja tiempo para otras actividades. Ella 58 y es profesora de primaria, aunque hace años que está en situación de excedencia después de que no consiguiera un traslado del centro en el que trabajaba. Es una mujer morena, alta y delgada con buenas formas que se esfuerza en mantener asistiendo al gimnasio una vez por semana, y con largas caminatas con sus amigas. Es, en resumen, una señora típica de una ciudad de provincias: seria y elegante, a la vez que simpática. Obviamente nuestra relación es muy buena. Solemos comer juntos todos los domingos y también en alguna ocasión salimos a cenar. Desde que nació nuestra hija su disponibilidad para ayudar, especialmente por parte de ella, es total.
Mi relación personal con ellos siempre ha sido cordial. Me recibieron muy bien, al conocerme, y enseguida me integré en la familia. Con todo y con ello, nunca los vi más que como los padres de mi esposa.
Fue por eso que no me esperaba lo que sucedió una tarde en la que habíamos quedado, como en otras ocasiones, en encontrarnos en su casa para ir los cuatro juntos a la inauguración de una exposición tras la que cenaríamos ...