Una tarde cualquiera
Fecha: 19/03/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... polla facilitában sobremanera aquella desvergonzada incursión.
Con la boca llena de polla seguía mirándome a los ojos imprimiendo pequeñas succiones que se coordinaban perfectamente con las incursiones en mi perineo, y fue entonces, cuando sin previo aviso me vino sin preguntar.
Sentí una irrefrenable necesidad de eyacular. Yo no quería terminar tan pronto, quería seguir en el cielo, pero la naturaleza a veces te juega estas malas pasadas, y no fui capaz de retener mi corrida cuando metió su dedo por mi culo de golpe y sin avisar.
Como cuando retengo mi eyaculación, no disfruto del orgasmo como quisiera, puedo decir que, aunque aquellos 5 chorrotones fueron una pasada, no lo gocé como necesitaba.
Con mi semen aún en su paladar, fue cuando por fin pude disfrutar de aquel cuerpo. Se tumbó a mi lado girada de medio lado, sonriendo mientras saboreaba aún mi lefa como se de un delicatesen se tratara. Y si, pude ver sus magníficos y turgentes pechos con sus puntiagudos pezones que apuntando hacia mí, amenazaban con sacarme un ojo. La perfecta forma de su cadera apoyada en la sábana con sus piernas juntitas daban forma a su sexo por descubrir aún tapado por un triangulito de encaje azul cielo que con suma elegancia cubría los pliegues que tanto quería investigar.
- ¿Te ha gustado mi amor? - preguntó sin esperar respuesta apropiándose de nuevo de mi lengua como si fuera parte de la suya.
Su aliento seguía sabiendo a fresas frescas aunque ahora estaba mezclado ...
... con el mío propio; no me disgustó en absoluto.
Sin apartar mi cara de la suya, comencé con las yemas de mis dedos un recorrido de caricias entre aquellos dos montes coronados por una aureola rosadita de la que surgían dos picudos pezones que cuando rondaba sus cercanías era incapaz de contener cariñosos pellizcos que conseguían erizar la una brillante y cuidada piel digna de una estatua aunque cálida y acogedora.
No esperé demasiado, y pidiendo permiso, recorrí con mis labios el camino que me llevaría a descubrir el último secreto de aquel cuerpo que me quedaba por descubrir.
Fui bajando y humedeciendo aquellos pechos de mi diosa, hacia su ombligo, recorriendo ese plano vientre.Cuando llegué al deseado triangulito, hice un pequeño quiebro, saltando hasta sus ingles, para desde ahí ir retirando una de las suaves gomitas que mantenía la prenda en su sitio. Fueron apareciendo esos sabrosos labios, deliciosos labios. Ella hacía pequeños movimientos intentando evitar un contacto demasiado directo. Aún estando muy muy caliente, y sobrándose tanta humedad de aquella cuevita, parecía que no quisiera que la hiciera mía. Abría paso con mi lengua a su botoncito del placer, y tras dos o tres calientes y húmedas caricias, volvía a mover su culito intentando evitar lo inevitable.
Estas maniobras de evasión, lejos de crear desánimo en mi cuerpo, me calentaron una barbaridad, y aunque no había perdido del todo mi dureza, ésta se acrecentó más aún.
Tras varios minutos de este ...