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Una cena de empresa inusual
Fecha: 22/03/2023, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Tardé cinco minutos en encontrar mi tanga en el asiento trasero del coche y recomponer mi ropa y mi pelo. Para cuando terminé el coche estaba parado frente a mi portal y los dos chicos aguardaban a que terminase mientras fumaban y cigarrillo y charlaban y reían apoyados en el coche. Salí del coche y me despedí con un escueto hasta luego y recorrí los 20 metros que me separaban del portal de mi casa. Aún estaba un poco mareada por las copas que había tomado y conmocionada por lo sucedido. Mientras buscaba torpemente las llaves en el bolso noté unas manos que se aferraban a mis caderas apretando mi culo contra su paquete mientras me decía al oído, “El lunes nos vemos en la oficina, putita. Ha sido un placer follarte y estoy seguro que no va a ser la última. Creo que se ha acabado el tiempo de pajearme solo en los baños de la oficina.” Sólo pude retorcerme levemente rozándome contra su paquete y soltar un suspiro provocado por el cosquilleo que esas palabras habían desatado en mi coño y que había recorrido mi abdomen. El chico se separó de mi dándome una palmada en el culo y dirigiéndose al coche donde le esperaba su amigo ya montado. Una vez en casa me dispuse a darme una ducha caliente antes de acostarme. I. Mi nombre es Lola. Tengo 46 años y soy divorciada y madre de un hijo de 20 años. Soy Jefa de Administración en una empresa de suministros y como cada año por estas fechas la empresa organiza una cena a la que invita a todos los empleados y que ...
... todos los años termina en alguna discoteca tomando copas hasta las mil. Mientras me vestía y me maquillaba me fotografiaba en el espejo del dormitorio para enseñarle a mi novio por WhatsApp y con todo detalle cómo iba vestida ya que estaba trabajando fuera A Antonio, 6 años más joven yo, le encantaba que me vistiese sexy, que marcase mis atributos y, sobre todo, que morbosease con otros hombres. Después de recibir su visto bueno salí a coger el coche para ir al restaurante donde se celebraba la cena. Llevaba puesto un vestido de leopardo ajustadísimo que realzaban mis grandes pechos, una talla 110, y que bajaba por mis caderas marcando mi culo y terminando justo por encima de las rodillas. No dejaba nada a la imaginación. Debajo iba estrenando un conjunto de lencería negro de encaje con un tanga diminuto que me había comprado la semana anterior y unas medias de rejilla con liga al muslo de las que me encanta ponerme para calzarme en mis tacones de aguja. La cena discurrió tranquila, nada fuera de lo normal, entre risas y bromas entre compañeros y algunas pullas que lanzábamos a los jefes. Conforme el vino y la cerveza iban corriendo el tono de las bromas iba subiendo y todos nos reíamos muchísimo. Al terminar la cena una parte de la gente se marchó y quedamos solamente 10 que decidimos en la puerta del restaurante ir a una discoteca de unos amigos de Javier, uno de los jefes que se quedaba con nosotros, para bailar y seguir la fiesta. II. Ya en la discoteca ...