Lavadero de pollas
Fecha: 22/03/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... señorita de unos veinticinco años, rubia natural, con el pelo rizado en la peluquería. Sus ojazos claros eran muy bonitos. Su sonrisa era sincera y sus hoyuelos en las mejillas eran muy bonitos Me dijo...
—Hola, me llamo Irene, ¿y usted?
—Juan; pero dime de tu, por favor.
—Vale Juan, acompáñame, eres un maduro muy atractivo.
—Gracias ricura.
La acompañé por un pasillo con varias puertas. Era un local muy grande por dentro, para tener la fachada tan pequeña. Al llegar a la puerta número siete, me dijo Irene...
—Juan, esta es mi sala de limpieza, pasa.
Una sala muy pequeña, de dos por dos metros, el suelo era un plato de ducha muy grande. Al otro lado de la salita había una banqueta muy pequeña, junto a Irene. A la altura de mi cintura había una especie de mostrador con un ordenador portátil dentro de una funda de metacrilato, sin teclado, sólo un ratón dentro de un forro de plástico. Me dijo Irene, situada al otro lado del mostrador y con una bata blanca puesta…
—Juan, desnúdate completamente y ponte las chanclas. Luego, yo me siento ahí abajo, y tú te quedas de pie, con las piernas muy separadas y apoyando tus brazos en el mostrador. La limpieza será solo de cintura para abajo. Si te apetece lee la prensa digital o mira lo que desees en internet. Dando en ese botón de la pared, sale una botellita de agua. Disfruta, tanto como yo disfruto con mi trabajo; solo mantente ahí de pie con las piernas bien abiertas y déjame hacer a mí.
Se encendieron dos ...
... extractores en el techo y por varias rendijas empezó a entrar aire caliente. Me quité los pantalones; los zapatos; los calcetines; los calzoncillos; la corbata y la camisa. Puse todo en una alhacena que había detrás de mí y, la cerré. La chaqueta la había dejado en la sala de espera.
Se empezó a oír una música muy relajante, con toques de piano y arpa. Separé las piernas tanto, que parecía que me iban a cachear. Apoyé mis brazos en el mostrador de madera lacada y empecé a ver las portadas de la prensa digital.
Escuché como empezaba a caer el agua por los grifos de ahí abajo; luego escuché como se frotaba sus manos Irene con jabón. Con el mostrador yo no veía el rostro de Irene allí abajo, solo veía su trasero asomando por detrás del mostrador, seguía con su bata blanca puesta.
El chorro de agua caliente, dispersada por una alcachofa de ducha, empezó a recorrer mi cuerpo. Irene dirigió el agua hacia mis nalgas, luego hacia mi pene y también hacia mis testículos. Después regó mis muslos por delante, y luego por detrás. El agua estaba muy caliente, pero no quemaba. Recuerdo la grata sensación de ese calor en mi cuerpo, con el frío que hacía esa tarde en la calle. En ese momento mi pene no estaba erecto, pero si estaba grueso. Sentía una gran excitación, por estar allí y por estar dejándome hacer eso por una mujer tan joven y tan guapa.
Irene apuntó el chorro desde abajo hacia arriba, justo por debajo de mis testículos; que en ese momento, colgaban distendidos como ...