1. Lavadero de pollas


    Fecha: 22/03/2023, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... de la ducha, limpiando todo el jabón de mi cuerpo.
    
    Sin jabón ya, puso más caudal de agua y ella apuntó a mis testículos, desde abajo hacia arriba; como había hecho al principio. Ese chorro de agua muy caliente, que iba de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, me provocó un hormigueo de placer que no puede describir, pero lo intentare: sentía como si miles de agujas de agua caliente bombardearan los terminales nerviosos de mi escroto, haciendo que mis testículos excitados y súper calientes, quisieran salirse de su bolsa. Dijo Irene...
    
    —Juan, para ser tan maduro, ¡que pedazo de huevos se te han puesto!
    
    —Gracias Irene, guapa, es que estoy tan bien contigo.
    
    Cerró el grifo del agua y comenzó a darme lengüetazos por la polla, que la tenía hirviendo. La recorrió un rato con su lengua con gran suavidad; después atrapó mi grueso glande dentro de su boca. Apretó sus dientes por debajo de donde empieza el glande, mientras con sus manos, jugaba con mis huevos. Soltó "la tajada" y absorbió un huevo, lo apretó y chupeteó dentro de su boca, ¡tirando del hacia afuera!, luego hizo lo mismo con el otro. Estaba tan excitado que no me hubiera importado que me arrancara uno de los dos.
    
    Di al botón de la pared y salió una botellita de agua, me la bebí de un trago, saqué otra y la bebí más despacio... Para entonces la señorita Irene, se había tragado mi polla entera, ¡tanto era así!, ¡que su nariz picoteaba mi pubis recién afeitado por ella misma, como si la muchacha ...
    ... fuera un pájaro carpintero! Su felación se intensificó, me dolía el "rabo", que henchido y duro como una piedra, se deslizaba abajo y arriba por su garganta. Cuando Irene sintió que yo me tensaba para correrme, se la sacó de la boca y sostuvo solamente el glande entre sus labios... ¡Como un manantial me corrí!, mi polla comenzó a derramar dentro de su boca varias oleadas de leche espesa, ¡caliente como el fuego!, por el rato que habían estado mis huevos, ¡”pasados por agua caliente”! El primer chorro había salido como un rayo y, penetrando su boca como un dardo; los demás chorreones se fueron depositando sobre su lengua y, derramándose después, sobre sus blancos dientes. Cuando yo creía que no me quedaba nada, Irene apretó mi tronco con las dos manos y lo "exprimió", a la vez que mordía el glande por la base... ¡Joder! sentí como me corría otra vez, pero solo era un poco más de semen. Al terminar, Irene me pulió la polla con la lengua, como no me la habían pulido desde joven.
    
    Al retirarse de mí, se puso de pie al otro lado del mostrador y me dijo...
    
    —Juan, no debería haberme tragado tu lechada, aquí quieren que después de caer en nuestra boca la escupamos. Pero es que tu lechada está tan dulce y tu estas tan bueno, que lo último que deseaba en ese momento es escupirla. No digas que me la he comido, ¿vale?
    
    —No te preocupes Irene, no se lo diré ni siquiera al amigo que me recomendó este sitio. Y muchas gracias por comértela Irene, un detalle por tu parte entonces.
    
    Al ...
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