Lavadero de pollas
Fecha: 22/03/2023,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... badajos de una campana. El agua caliente, distribuida en pequeños chorros, me hacía sentir como si me acariciaran esa zona tan sensible miles de lenguas a la vez. Me estremecía la reacción de mi propio sistema nervioso, esa sensación llegaba a mi cabeza como una oleada de placer.
Irene volvió a enjabonarse las manos, el sonido era inconfundible, el olor a un gel de principios del siglo pasado también. Deslizó sus finas manos, con uñas pintadas de rojo, por la raja de mi trasero, desde la curcusilla hasta la piel bajo mi bolsa escrotal. Sentir su mano enjabonándome el ano, ¡aquello me excitó tremendamente!... Sus dedos jugaban con el agujero de mi culo que, excitado este por la extrema suavidad del roce de sus manos enjabonadas, se fue abriendo y relajando. Irene introdujo un dedo en mi ano con facilidad, cuando su dedo y su uña roja estaban en el interior de mi culo (virgen hasta entonces), ella hizo círculos con su dedo dentro de mí, mientras con la otra mano, enjabonaba mis testículos; moviéndolos entre su mano, como si fueran bolas de billar.
En ese punto mi erección era como cuando era joven, sentía como si mi miembro quisiera estallar. Irene sostuvo y rodeó mi pene con una mano, bajando y subiendo el pellejo sin apretar, solo enjabonando mi pene. Mientras tanto con la otra mano, seguía enjabonando y limpiando mi ano, ¡por dentro!, ¡con dos dedos ya! Me soltó, por detrás y por delante y me dijo...
—Juan, que pene más bonito tienes; parece una escultura; además ...
... se ve muy robusto y muy gordo.
—Se lo dirás a todos.
—Aunque no lo creas, no suelo adular a nadie en ese sentido.
—Pues muchas gracias Irene, estoy volando de placer, jovencita.
—De eso se trata Juan. Ahora te voy a afeitar desde tu culote hasta tu pene, que he visto que tiene unos pelitos cerca del comienzo del glande. Y no te preocupes, las maquinillas las degradamos con cuero para que apenas corten.
—Lo que tú quieras, estoy entregado a ti.
Me puse a leer las portadas de los diarios digitales, mientras Irene sostenía mis testículos en alto con una mano, mientras que con la otra, daba pasadas con la maquinilla de afeitar en la piel entre mi culo y mi escroto. Irene, a gatas, pasó a mi lado del mostrador y situada detrás de mí, empezó a afeitarme el culo. Primero mis nalgas con grandes pasadas, después, separando mis cachetes, me afeitó alrededor del orificio anal, muy suavemente.
Volvió a ponerse al otro lado del mostrador, sujetó mi pene erecto contra mi pubis con una mano y con lo otra, Irene, ¡fue afeitándome los huevos!, que estaban hinchados por la excitación. Torcía mi polla dura como un madero a derecha e izquierda para rasurar las el vello de los lados. Por último sostuvo mi pene por el glande, gordo como una pelota, apretándolo con una mano, mientras con la otra, rasuraba los pelillos sueltos del tronco central de mi polla.
Me sentía fresco cuando acabó de rasurarme, me limpió muslos, escroto y culo. Al final me enchufó de nuevo la alcachofa ...