1. Culo


    Fecha: 23/06/2018, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    Culo
    
    No sé si hay culpable, pero mi afición por el culo femenino, mi sexualidad ligada a esa parte de la anatomía de la mujer probablemente proviene de Luisa, la que fuera mi novia estando todavía en la universidad, durante casi cuatro años, hasta los veinticinco de edad.
    
    La verdad es que el culo de Luisa es especial por dos motivos: físicamente perfecto, con dos nalgas altas, alargadas al mismo tiempo que anchas, duras, fuertes, configurando un culo de buen tamaño inmerso en caderas redondeadas, con una piel naturalmente tostada sin mancha ni marca alguna. Bonito, llamativo, excitante, con una raja muy estrecha y un ano circular pequeño, muy apretado que, una vez penetrado, lo que en ocasiones no es fácil, parece convertirse en un caballo desbocado, fuerte y delicado al mismo tiempo, capaz de llevarnos a los dos a un estupendo orgasmo. En segundo lugar, ella se excita y obtiene su placer sexual siendo penetrada por el culo, fundamentalmente. Apenas recuerdo las veces que la follé por el coño o lasmamadas que me hizo, que fueron bastantes, pero rara era la ocasión en la que no la sodomizaba, a petición suya y también por mi propio placer, por supuesto. A pesar de los impedimentos y las quejas, tanto físicos como sicológicos, se termina corriendo de la mejor manera posible, casi nunca con necesidad de darle especial atención a su clítoris, le vale la penetración anal.
    
    En casa de Amparo, su divorciada hermana mayor, Luisa y yo quedamos a menudo para follar. Desnudos ...
    ... por completo —somos muy guapos, mi niño, así que tenemos que lucir nuestros bellos cuerpos— nos besamos y acariciamos lentamente, sin prisas, por el placer de hacerlo e ir llegando poco a poco a nuestro mayor nivel de excitación —la pollita de mi niño ya está muy gorda y me la va a meter en el culo—que en mi caso es bastante rápido. Luisa se pone a cuatro patas sobre la cama, con las rodillas juntas, la cabeza apoyada en la sábana y los brazos hacia atrás, de manera que con cada una de sus manos coge uno de los carrillos del culo y hace fuerza para separarlos y dejar paso abierto hacia su ano. No para de hablar, en algunos momentos con un tono algo infantil que a mí me encanta:
    
    —Dame el aceite, sodomízame, corazón
    
    Usamos como lubricante un conocido aceite hidratante para bebés, con mis manos bien impregnadas lo extiendo por todo su espléndido culo, en el chocho y, en especial, en la raja y el ano de la ya excitada rubia.
    
    —Ahora me la metes, no me hagas daño, mariquilla
    
    Aquí empieza el problema. El ojete de Luisa está siempre muy apretado, así que primero introduzco los dedos de mi mano derecha por orden, empezando por el más pequeño, el meñique, hasta llegar al pulgar. Los quejidos, gritos y jadeos de mi novia se entremezclan en al menos tres direcciones: miedo a tener dolor, gran excitación y ganas de que le meta la polla para poder gozar, y en algún momento, sensación real de dolor.
    
    —Dame por el culo, mi niño, vamos
    
    Ayudándome de la mano dirijo la punta del ...
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