HASTA LA CIMA - CUARTA PARTE
Fecha: 20/04/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos
El pulso que me palpitaba en los oídos me hacía difícil la tarea de escuchar el ruido de fondo en la llamada de Adrián. Se escuchaba en un lugar conglomerado, como si se hubiese parado en el corazón de Madrid para hacer una sola llamada.
—Me gustaría hablar contigo, Regina —escupió—. Pero no me gustaría ir al apartamento.
En el piso de arriba Massimo había comenzado a hacer mucho ruido, como si revolviese cosas de un lado a otro. Lo imaginé desnudo, con el zumo de naranja en la mano y haciendo ruido por el placer de fastidiarme la llamada.
—Entonces, ¿una cena? —sugerí, distraída.
—¿Te hablo en un mal momento? —preguntó al fin, con un dejo de molestia en la voz.
—Cuando se trata de nosotros nunca es un mal momento.
Evasión, dulce y maravillosa herramienta de supervivencia.
—Mira —suspiró—, tengo muchas ganas de arreglar lo nuestro y seguir adelante, pero me gustaría que por un momento diéramos un paso atrás en nuestra relación y nos comportáramos como dos personas que quieren dar el paso, pero aún no tienen esa confianza. No sé si me explico.
Fruncí el ceño, en parte por las palabras de Adrián y en parte por la música que había comenzado a apoderarse del piso de Massimo; ópera, del tipo de mujeres gordas con voces agudas.
—¿Cómo? ¿Ya no confías en mí? —pregunté.
—Regina... —murmuró del otro lado de la línea.
—No pasa nada —negué, pero una parte de mí había comenzado a ponerse a la defensiva—. Yo también tengo muchas ganas de algo. Muchas ...
... ganas de que me cuentes con quién estabas en la mañana. Parece que con ella sí tienes la confianza suficiente para dejarle contestar tu móvil, ¿no?
—No hablo para pelear —zanjó.
—¿Quién está peleando? —pregunté con fingida curiosidad—. Porque te aseguro que yo no.
De pronto la música proveniente del piso de arriba paró en seco.
—Te conozco —dijo como si fuese un factor negativo—. Buscas pelea para desviar la atención de tus errores hacia los míos. Inteligente, pero no lo suficiente.
—Pensé que no hablabas para pelear.
Casi pude escuchar la forma en la que se encogía de hombros.
—Solo quiero quedar en algún restaurante contigo para poder hablar mejor —apuntó—. Pero si te pones a la defensiva haré exactamente lo mismo. No lo arruines más, Regina.
Las últimas palabras me llegaron al corazón como una daga.
Recordaba a
alguien
en una tarde lluviosa después de haber acudido a un citatorio en el colegio, cuando yo era más joven. Cuando nadie se pensaba que podría llegar a pisar una universidad como parte de la matrícula estudiantil. Llovía mientras yo acomodaba sobre la ventana paquetes con semillas que mi madre cultivaba en las macetas, como un ciclo interminable entre la vida y la muerte.
Ese
alguien
recargó la palma de su mano, callosa por el trabajo y pesada por el cansancio, No quería mirarlo, porque sentía justamente lo que él seguramente sentía;
decepción.
No era capaz de considerarme un ser humano con el potencial suficiente para ...