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HASTA LA CIMA - CUARTA PARTE
Fecha: 20/04/2023, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos
... destacar. Habría sido mucho más sencillo si ese alguien tuviese ideales de la vieja escuela, si toda su fe en mí se englobara alrededor de un futuro matrimonio con algún hombre de renombre y no en que me volviera en una mujer empoderada que se abriera un camino sin precedente alguno. Era abrumador que alguien pusiera todas sus esperanzas sobre de ti, como si realmente valieras lo suficiente. —No lo arruines más, Regina —fue todo lo que dije. Entonces el peso de su mano en mi hombro desapareció y cuando por fin pude mirar atrás era demasiado tarde, había desaparecido dejando tras de sí el peso de su ausencia. El fantasma azul se encontraba dentro de ese recuerdo también. Massimo comenzó a bajar las escaleras de nuevo, esta vez vestido y calzado lo suficiente como para que el sonido sus pasos se parecieran a los de una mujer en zapatillas. —Quiero arreglar esto —dije con una sinceridad que me apretujó el corazón—. Quiero arreglarlo y lamento mucho lo sucedido, pero este no es un buen momento. —No —negó Massimo atrás de mí—. No es un buen momento. Volteé para mirar a Massimo, quien se terminaba de arreglar los puños del traje. —¿Ese es Massimo, Regina? —exigió saber Adrián. —Lo es —asentí—. Lo siento, debo cortar. Antes de escuchar las protestas de Adrián colgué la llamada y guardé el móvil dentro de mi bolsa de mano. —Te agradecería no atender llamadas personales mientras estés conmigo —dijo con algún tipo de asentimiento que parecía ...
... estar en el medio de un saludo japonés —había tenido la suerte de mirar unos cuantos durante el evento de caridad de los Wechsler—. —Lo lamento mucho —fue todo lo que dije. —¿Arreglaste lo del transporte? ¿Tienes ya a mis vehículos esperando fuera? —La verdad es que no, señor. Massimo sonrió descubriendo unos colmillos perfectos mientras alzaba las cejas. —¿Acaso tengo que portar un traje en todo momento para que te dirijas a mí con propiedad? —No puedo dirigirme con mucha propiedad a un hombre al que no le importa mucho caminar desnudo frente a mí —respondí. Y maldije internamente mis años de amistad con Marena. ¿Qué tanto de sus respuestas sarcásticas se habían vuelto parte de mi propia personalidad? —¿Herí tu sensibilidad? —preguntó con un dejo de altanería—. A estas alturas dudo mucho que no hayas visto a un hombre desnudo en tu vida. Massimo se acercó, imponente, lo suficiente para que yo pudiese percibir el aroma de su enjuague bucal. Puso un dedo sobre mi labio inferior y lo deslizó hacia mi mentón jugando con él. Una excitación que no quise reconocer me recorrió las piernas. —Pero si me equivocó y realmente te he herido la sensibilidad, significaría que por alguna razón incomprensible no has visto a ningún hombre lo suficiente para sentirte cómoda con nuestra desnudez y, desde luego, estaría más que encantado de ayudarte con eso —soltó el aire pesadamente—. Así podría saldar mi deuda que dejé pendiente contigo desde el evento. Ojo por ...