La historia de Claudia (16)
Fecha: 23/06/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... unos pedacitos de queso y a Naty le ponés algunas rodajas de salamín, y después vas comiendo de nuestras conchas.
-Pero... –empezó a decir Laura, atribulada.
-Qué. –dijo Jimena enderezándose hacia ella con el ceño fruncido. -¿Te vas a retobar?
-No... no, señorita Jimena, está bien... Yo hago lo que ustedes quieran... –y puso tres rodajas de salamín en la concha de Natalia y otros tantos pedacitos de queso en la de la morena, para después ubicarse de rodillas entre las piernas de la rubia. Acercó su cara y comenzó a comer. La mezcla de aromas y de sabores que emanaba del alimento y de las conchas, que habían comenzado a soltar jugos, exacerbaba sus sentidos provocándole rechazo al principio y después una excitación que anulaba cualquier intento de racionalidad. Fue de una concha a la otra hasta que tragó toda la comida mezclada con flujos y con sus lágrimas que le bañaban las mejillas surgiendo de una fuente de sentimientos tan intensos como inexpresables. Estaba muy caliente.
-Bueno, ahora que terminaste de comer limpiá la mesa con la lengua... ¡jajajajajajaja! –le ordenó Jimena y Natalia también rió mientras tomaba a Laura por el cuello y le aplastaba la cara contra su concha:
-¡Vamos, perrita, limpiá! –y la cachorra empezó a lamer en tanto sentía que se mojaba cada vez más e iba creciendo en ella el deseo de ser penetrada.
.............
Minutos después de las nueve de la noche las cuatro estaban en casa de Blanca, donde también se encontraba ...
... Inés.
Claudia había sido bajada del coche tal como Elina la llevara el día anterior, desnuda y con sus accesorios, pero esta vez no se conmovió cuando desde un vehículo que pasaba surgieron gritos desaforados y ruidosos aplausos antes de que el conductor debiera frenar con un chirrido de neumáticos y corregir bruscamente la marcha para evitar el choque contra un auto estacionado.
Mientras bebían café y ambas sumisas permanecían arrodilladas con las nalgas en los talones, la cabeza gacha y las manos atrás, Blanca quiso saber cómo lo habían pasado las ganadoras de la subasta y cuál había sido la conducta de sus perras.
-¿Se portaron bien o debo castigarlas? –preguntó.
-No se preocupe, querida. –dijo Elina. –Le prometí a Inés tenerla cortita y así lo hice, como podrá ver por el rojo de sus nalgas y las marcas que dejó mi cinturón, jejeje.
-Esta cachorrita también se portó bien, señora. –intervino Jimena. –Incluso le enseñamos a ladrar y lo hace bastante bien, jejeje.
-¡No me digas! ¡Pero qué lindo! –se entusiasmó la señora e inmediatamente le ordenó a Laura que ladrara.
La cachorra estaba lejos de haber alcanzado el nivel de degradación de Claudia y sintió que sus mejillas le ardían de vergüenza. Sin embargo, venciendo su pudor, enronqueció la voz y emitió unos ladridos muy convincentes que provocaron la algarabía general.
-¡Muy bien, cachorra, muy bien! –exclamó Blanca. –Veo que sos cada vez más una perra.
-Y ésta lo es todavía más, mi querida, señora. –dijo ...