1. Una linda bollera


    Fecha: 26/04/2023, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... perlita. Trató de arrodillarse también, pero me enderezó, nos abrazamos y seguimos juntas. Nos secamos una a la otra y fuimos a la cama, nos aventamos. A Paty aún le seguía la euforia, la locura, la desesperación. Me abrazaba y besaba mis pechos desesperadamente y repetía que me adoraba. Su emoción se me contagió, yo la acariciaba y manoseaba cómo ella a mí, las dos, alocadamente. Yo ansiaba sentir su vaginita nuevamente, seguirla besando y desesperando hasta hacerla mi esclava, poder sentir en mis labios esa carnita que se le abultaba enfrente.
    
    “¡Que hermosa y rica pepita tienes! Se te ve pequeña, como dos conchas que se cierran protegiendo a tus labios, pero se ha de abrir para dejar pasar a algún buen palo!” Le decía, mientras ella continuaba acariciándome y a ratos mordiéndome mis pechos, mis hombros. Me levantaba un brazo y me lamía la axila, cosa que me debilitaba y al excitarme yo quería más. Me jaló un pie, me lo acarició y empezó a chupármelo.
    
    “¡Esto es lo que yo deseaba hacerte con mucho cariño desde hace mucho tiempo!” me dijo y me succionaba más fuerte el dedo del pie. El cosquilleo que sentía me llegaba hasta mi entrepierna. Provocándome muchísima excitación y exigiendo me lo atendiera.
    
    En esa posición que estábamos yo disfrutaba de su cosita, se la abría, le separaba sus dos carnitas, que parecían como conchitas que le cubrían sus dos labios suaves, como alitas de mariposa, dulces que se derretían al yo chupárselos. Le introducía mi lengua lo más ...
    ... profundo de su hoyito, luego mis dedos, dos, hasta tres. Los movía dentro de esa cavernita y con mi lengua le acariciaba la perlita que tiene al centro. Le daba una chupada fuerte y notaba que ella se estremecía y decía algo que me excitaba en cada uno de mis chupetazos que le daba.
    
    “Eres muy linda, te adoro, siempre he estado enamorada de ti.” Le dije.
    
    “¡Bárbara, yo también de ti! Hemos vivido en tensión, una frente a la otra, durante todos estos años, solo nos mirábamos. Yo estaba segura de que yo te gustaba, pero nunca pudimos romper esa barrera que nos separaba. Nos mirábamos discretamente una a la otra, pensábamos cómo nos sentíamos, alegres, atareadas. O de mal humor. ¿Antes de salir de mi casa yo siempre pensaba qué vestir y que te fuera a gustar, y de ti pensaba que ropa interior llevabas debajo del uniforme de mandona?” le salió del corazón decírmelo.
    
    “Hay que agradecérselo a Pilar, ella fue la que me abrió los ojos y me dijo de ti.” Le tuve que confesar.
    
    “¿CÓMO? ¡ELLA NUNCA SUPO DE MÍ!” explotó justificándose.
    
    “No sé, a lo mejor te traicionó mencionándome las aventuras que hubiera deseado entre ustedes. Se le ha de haber salido. Ella me dijo que eras muy bonita y le gustabas.”
    
    “¡Bárbara y loca! Yo nunca estuve con ella, ni me le insinué ni nada que le hubiera dado muestra de mi inclinación. Ya sabes que yo guardo las apariencias con mucho cuidado, cuido mi reputación, y mi empleo, todo con mucho cuidado.”
    
    “¡Deveras, nunca le llegué a dar muestras de ...
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