Abusando de mi hermana Isabel
Fecha: 04/05/2023,
Categorías:
No Consentido
Autor: Pecado capital, Fuente: CuentoRelatos
Eran las diez de la noche de un viernes cuando me dirigí a la vecindad donde me vendían la droga, y ahí me encontré a uno de los malosos del barrio. Nos saludamos y entré al domicilio para comprar unos papeles de cocaína en polvo, y al salir me volví a topar con el sapo, que así le decían al tipo que me encontré en la entrada de la vecindad.
- ¿Tienes dónde meterte lo que compraste? - me preguntó cuando me alejaba.
- Sí, voy a mi casa ¿tú tienes perico?
- También compré, pero no tengo donde jalarme, por eso te pregunté si tú tienes un lugar donde podamos darnos unos jalones, yo te invito.
Yo dudé un rato antes de invitarlo a mi casa, lo conocía igual que conocía a todos los del barrio, pero nunca había cotorreado con él. Pero pensé que podríamos pasar un buen rato drogándonos juntos y además sabía que él siempre tenía bastante coca.
- Pues vamos a mi casa, ahí no hay bronca, solo está mi hermana, pero ella está en la parte de abajo y yo tengo un cuarto en la azotea.
- ¡Pues vamos entonces, por la droga no te preocupes que yo traigo bastante! ¿Pasamos por unas chelas?
- Va, para que resbale la coca ja ja ja
Y entonces fuimos a la tienda y compramos varias latas de cerveza y cigarros, de ahí nos fuimos para mi casa que estaba a unas cuantas cuadras.
Al llegar a mi domicilio le di instrucciones para no hacer mucho ruido y subimos las escaleras que conducían a mi cuarto. Al estar abriendo la puerta noté que el sapo miraba la ropa que estaba colgada del ...
... tendedero, poniendo atención a una pantaleta negra que se mecía al compás del viento.
- Es la ropa de mi hermana, siempre la tiende ahí. - le dije eso con toda la intención de ponerlo caliente, porque me di cuenta que los calzones le llamaron la atención y pensé que seguramente era un fetichista como yo. Pero no me dijo nada, seguramente pensando que yo podría sacarme de onda si hacia un comentario de la pantaleta.
Y es aquí donde tengo que decirles que la cocaína me alteraba tremendamente la lujuria, y al tener compañía pensé que podría pasármela muy bien hablando de mi hermana Isabel, pues ella es la mujer que más deseo en la vida, mi fantasía más perversa y prohibida.
Cuando entramos a mi cuarto pusimos los papeles de cocaína sobre la mesa junto a las cervezas y el paquete de cigarros.
- ¿Entonces no hay bronca con tu hermana? ¿No se molesta si estamos aquí?
- No hay ningún problema, aquí estamos seguros y nadie nos molesta, mi hermana está allá abajo en sus cosas y nosotros en lo nuestro.
Destapé un par de cervezas y le di una. Después me puse a formar sobre un pequeño espejo varias líneas de cocaína y con un billete de cien pesos improvisé un popote e inhalé una de las líneas, le pasé el billete y él hizo lo mismo.
- ¡Ahhh! ¡Qué bueno está el material! - me dijo después de darse el jalón.
- ¡De lo mejor! - respondí al sentir el efecto de la droga que como siempre llegaba acompañado de una bestial lujuria.
Ya animado con la droga y la cerveza el ...