El regalo: Un antes y un después (Final)
Fecha: 06/05/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... desprendía el aroma con seguridad, de algún perfume exquisito, utilizado anteriormente por la elegante Martha. Quien quiera que fungiera como bella verdugo, se aseguró de apretarlo muy bien por detrás de la nuca, verificando con los delgados dedos que la tensión de la tela fuera la suficiente, entre el borde de aquel pañuelo y mis pobladas cejas. Me ajustó lo que sobraba de tela por sobre mi nariz y el extremo rozó mi quijada, causándome tenues cosquillas. ¡No! Yo no podía ver nada, la tela era larga y eficiente para privarme de la luz.
…
Martha tuvo una idea genial para distender nuestra común timidez ante lo que se avecinaba. ¡Ninguno! Nadie en verdad allí aquella madrugada, tenía la menor idea de cómo proceder, ninguna de las dos con la valentía de decidir en qué segundo y durante cuantos minutos seriamos la pareja sexual del otro marido. Y en ellos dos, aunque yo notaba a Rodrigo más dispuesto, percibía a veces en mi marido como temblaba su pulso, cuando al alzar con su mano la copa para beber un trago o simplemente retirarse de sus labios el humeante cigarrillo, hablándole a Hugo algo sobre mí, se estremecía. No, ninguno de ellos con la gallardía de ceder primero, de entregar lo más preciado en brazos diferentes para ser gozadas y gozar por supuesto, las dos de ellos.
Nadie decidía, ninguno dirigía aquella obra de teatro, nadie pendiente de los diálogos de su pareja respectiva, de pronto fijándonos más en las argumentadas miradas de aquel hombre ajeno que nos ...
... deseaba y que se disputarían de manera cariñosa, el primer asalto a nuestra deseada piel. Había que dar el paso, eso sí, sin tropiezos de última hora; sin causar algún tipo de molestia, enojo, frustración o renovado dolor. Por lo tanto, Martha me expresó entre susurros al oído, qué lo mejor sería jugar con ellos un poco, llevarlos hasta el borde de la excitación, a la cumbre de sus deseos. ¿Cómo lograrlo? Bueno, pues si ya de sal saciados estaban nuestros estómagos… ¿Qué tal si agregábamos algo de dulce sobre los cuerpos de nosotras dos para equilibrar?
Y así fue, que ya Martha y yo semidesnudas, al igual que mi esposo y lo mismo Hugo estaban, corrimos las dos hasta la alcoba principal y de una gaveta escogimos dos foulard de seda de variados colores, lo suficientemente largos como para doblarlos una y otra, y otra vez muy bien y tras comprobar que no se podría ver nada a través de ellos, nos devolvimos silenciosas hasta el salón para pillar a nuestros esposos, sentados juntos en el sofá bebiendo y dialogando como un par de viejos conocidos. Y los sorprendimos por detrás, ajustando rápidamente la suave tela sobre sus ojos, privándoles de su visión. Yo a la vida mía y Martha… ¡Ella a su esquivo amor!
—¡Vaya, vaya! Ya veo que no han permanecido quietecitos y han empezado a beber otra vez. ¡Niños malos! Se merecen un castigo, pero por el momento los vamos a perdonar. ¿No es así querida? —Me preguntó Martha y yo respondí… —¡Solo por ahora! Pero después se van a ganar una ...