Encuentro en San Telmo
Fecha: 27/05/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Esa noche nos encontrábamos luego de mucho tiempo, éramos unos pibitos cuando recorríamos esas mismas calles buscando la oscuridad para hacernos caricias. Luego de una década, con mucho recorrido vivido y unas cuantas cicatrices adquiridas, nos encontrábamos en la esquina de Perú y Carlos Calvo. Codo, puño, y entre risas resolvimos darnos un beso en la mejilla, luego de 10 años de forzada separación no había pandemia que nos impida sentir la piel del otro.
Resolvimos entrar al bar y la cerveza no tardó en llegar. La timidez que nos afectaba en un principio se disipaba a cada trago. Fui vestida a matar, dispuesta a que suceda todo en una noche y si no sucedía: a que su cabeza estalle. Resolví llevar un vestido con cuello en V muy escotado, sin brassier, sin más joyas que un aparatoso anillo de alpaca con muchas rosas metálicas que él me regaló antes de dejarme, unas sandalias altas acortaban la distancia entre nuestros labios. No sé si él pensó tanto su presentación como yo, ¿le haría falta? Me seducía solo con su postura, sin invadir mi espacio lo sentía como una montaña que se cierne protectora de un valle, lo sentía como la sombra en el parque un día de verano.
- Tenés el anillo.
- Sí, me lo puse para la ocasión. Me gusta mucho. – Sonreí. Me sentí tonta, creí que había sido demasiado obvia al llevarlo.
- Me alegro. – Silencio. Los primeros tragos de alcohol no me hacían efecto. – Quería pedirte perdón por irme.
- ¿Qué? – me sorprendí – No, primero está el ...
... trabajo. Siempre el trabajo. Tuviste una oportunidad única y tenías que aprovecharla. ¿Me dijiste que te ofrecieron un puesto mejor acá en Buenos Aires?
- Si, y entonces decidimos volver.
- ¿…decidimos?
- Mi novia y yo. Ella también es de acá, nos conocíamos hace tiempo y cuando se enteró que estaba solo en Rosario fue a visitarme, una cosa llevó a la otra y acá estamos. Volvimos.
Sonreí pero por dentro mi corazón se rompía. Nunca fui nada de él. Nunca quise serlo, éramos libres de hacer de nuestras vidas lo que quisiéramos y nuestra filosofía era la de no ahogar al otro. ¿Cuándo perdí tanto el control de mis emociones que desee ser yo la que lo siguiera a otra ciudad? ¿Cuándo él se perdió tanto así mismo que olvidó las delicias de no tener compromisos? La conversación siguió rondando sobre sus relaciones, las mías, las decisiones. No podía pensar bien, me sentía avergonzada de la ropa que llevaba, cruzaba mis brazos para ocultar el escote y los pezones marcados entonces advertía que el anillo quedaba en primer plano y me sentía tan obvia. ¿Cómo no me di cuenta que ya no éramos los mismos veinteañeros que solo querían pasarla bien?
Pero él se veía tan lindo, tan prolijo, tan sensual, tan apetecible. Oía las historias de un hombre pero en sus labios recordaba los besos violentos de un pibe. Sus labios, me era imposible dejar de verlos. Y cuando apartaba mi mirada era para conectar con sus ojos negros, profundos, le contaba las experiencias que viví, mis alegrías. ...