Encuentro en San Telmo
Fecha: 27/05/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... dejé pensar, si me iba a tener que sea en pleno entendimiento de que era un sucio infiel y que todos sus valores, su palabra, su novia no eran nada para él. - ¡Dámelas! – exclamó atrayendo mi cuerpo y mordiendo los pezones.
- Aaaahh…- El placer brotaba de casa caricia con su lengua, me daba placer sentir su abrazo sujetando mi cintura para que no huya de él. Sentí calor en todo mi cuerpo, me sentí humedecer mientras gozaba de cada mordida.
Mordí su cuello mientras gemía, lo deseaba, lo quería dentro mío pero no estaba segura de que fuéramos tan lejos. No me atrevía a meter mi mano en su pantalón, por el momento me digné a disfrutar de las caricias que recibía.
- Te extrañe – le susurré.
- Ay, ¡cuánto te extrañé!
Tomó mi mano y la dirigió a su pene, no tardó ni un segundo en sacarlo del pantalón y entregármelo. Quería que lo toque, ya chorreaba líquidos cuando comencé a masturbarlo. Recordé el sabor de su semen y se me aguó la boca, ni recordaba dónde estábamos, intrépida como hace 10 años me agaché a beber las gotitas que me ofrecía. Con un movimiento brusco me puso de espaldas a la pared, sostuvo mi mandíbula mientras introducía hasta el fondo todo su pene.
- Trágatela toda, linda. Comete mi verga.
Ni me gasté en responder, él sabía que era capaz de tragar todo ese pedazo de carne. Con la garganta relajada le permití avanzar. Sus testículos chocaron mi mentón y comenzó a retroceder, no mucho, lo suficiente para volver a entrar. Me ahogaba y tosía saliva, ...
... sabía que le daba placer oírme ahogarme.
- Ahhh, si. Te estoy cogiendo la boca… Ahhh… como… Aaaahh… me gusta tu boca.
No éramos discretos, no sé si alguien nos veía u oía pero no era difícil descubrir lo que sucedía en las sobras de esa vieja iglesia. Abracé sus nalgas atrayéndolo hacia mí, lo quería adentro mío para siempre, adentro mío hasta sentir que su leche explotara. Me leyó la mente y liberándome de la mordaza de carne me puso de pie, me dio media vuelta haciendo que mis tetas se apoyen en la fría pared. Levantó mi vestido, tocó mi vagina asegurándose que estuviera mojada, corrió a un lado la tanguita que tenía y de una vez y sin esperar metió con fuerza su pene.
- ¡AY! – Me gustó que fuera tan rudo pero me dolió de todas formas.
- Perdoname, linda.
- No, dame más duro - jadeé.
Comenzó a empujar con fuerza hasta estar completamente dentro. Suspiré de alivio, de emoción, de deseo. Comenzó a moverse como queriendo penetrarme aún más, sus dientes mordían mi cuello como un animal en celo.
- Quería estar adentro tuyo, mi amor. Quería cogerte.
- Ahora soy tuya, cógeme.
Sostuvo con fuerza mi cadera mientras metía y sacaba con rapidez, buscando el orgasmo que deseábamos hace tanto tiempo. Apoyada contra la fría piedra doblé mi espalda para darle más acceso a mi cuerpo. Sus manos, su pene, su gemidos me volvían loca, me volvía dispuesta a todo. Giré mi cabeza para verlo de reojo, ni un ápice de arrepentimiento en su cara, su novia no era más que una ...