Encuentro en San Telmo
Fecha: 27/05/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Descubrí que había algo nuevo en su cara que me enamoraba, esas líneas de expresión que solo la edad da, las líneas de muchas risas. Risas que, en parte, su novia le dio.
Fue cuando revoleaba los ojos contando alguna cosa de mi trabajo cuando lo encontré mirando mis labios, abstraído, y sus ojos fueron a mi escote para luego sorprenderse de que lo descubriera. Lo obvié, no dije anda porque no estaba segura. ¿Es qué mi presencia era capaz de revivir en él ese espíritu libidinoso que no encontraba fin a su satisfacción? Me incliné hacia su cuerpo con disimulo y presioné con los brazos mis senos para llamar su atención. La segunda pinta de cerveza la tomamos entre risas y alguna mano ocasional que se posaba unos segundos extras sobre el cuerpo del otro.
Se hizo de medianoche y el bar comenzó a prepararse para cerrar. Conociendo el ritual nos levantamos, pedimos algo para llevar y recorrimos las calles del barrio de San Telmo riendo y caminando relajados. Era una noche de verano perfecta, un poco fresca por lo que no había tanta gente afuera como solía ser. Quizás para dar más estabilidad a los pasos nos abrazamos. Quizás fue solo una excusa. No recuerdo como terminé rodeada por sus brazos, pero recuerdo pasar mi mano por su cintura sin vergüenza, deseando tocar debajo de su ropa. Caminamos sin rumbo y cuando un semáforo nos impidió seguir avanzando me abalancé sobre sus labios. Bebí de su sonrisa y lo persuadí a devolverme el beso.
Hace mucho tiempo me juré no ver a ...
... hombres en pareja, ni siquiera tentarlos, no me parecía ético. Pero él no estaba en pareja, quizás hace 10 años que tuviera novia pero él siempre fue un alma libre. Lo supe en cada uno de sus besos, la única que realmente tenía su corazón era yo, y sólo porque yo no deseaba poseerlo.
El verde nos habilitó la marcha y nuestros pies, memoriosos, recorrieron el mismo camino que solíamos hacer años atrás. Entre besos, lenguas entre lazadas y una mano escurridiza que se metía dentro de mi vestido sin avergonzarse que los demás transeúntes nos vean llegamos a unas rejas. El predio es de una conocida iglesia de la zona, nuestra favorita. Me ayudó a saltar las rejas; los pocos momentos lucidos en que ni el alcohol ni el deseo inundaban nuestra mente no lograban disuadirnos. En unos segundos los dos estuvimos dentro de un patio de baldosas, en el fondo dos paredes de la iglesia formaban un ángulo recto que dan oscuridad y cobijo para lo que planeábamos hacer.
Lo empujé contra la pared, temiendo que se arrepintiera llené su boca con mi lengua esperan que así no pudiera negarse. Se escapó para besar mi cuello, lo mordía, me tiraba del pelo. Era violento, visceral. No éramos humanos, éramos dos terminaciones nerviosas que sólo conocían el deseo. El deseo puro.
- Dame tus tetas – Me dijo mientras desabotonaba lo que quedaba de mi vestido dejando todo mi cuerpo dispuesto para él. Lo vi dudar un segundo. Lo vi pensar en lo que estaba a punto de hacer, las promesas que iba a romper. Le ...