1. Mi primera experiencia con un arnés


    Fecha: 29/05/2023, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... la puerta de mi ano haciendo círculos concéntricos y apretando suavemente pero sin llegar a meter el dedo dentro de mi todavía.
    
    Olía como a fresa y sus manos eran suaves, sin uñas que resaltar, su tacto era delicado y paciente, no creo que ese fuera su perfume y si el aroma del lubricante que estaba usando, lo digo porque aunque ella me olía de flores frescas en la ducha, cuando estábamos en la cama apenas pude distinguir un aroma que no fuese el de la piel recién duchada.
    
    Controlando mi respiración me centraba en notar esas manos mientras me acariciaba, cuando Lucía se echaba sobre mi notaba un armazón sobre su cintura pero sin ningún dildo todavía, también mi piel apreciaba ciertas tiras de cuero que había alrededor de sus pechos, con quizás unas tachuelas también en algunas tiras que debían cruzar su cuerpo desnudo, digo quizás por el frío que me daban y por la punta cuando contactaba con mi piel.
    
    Al ritmo de música disco de la radio, Lucía metió un dedo dentro de mi de golpe sin avisar, mi propio ano se cerró sobre tu dedo y ella lo notó, dejó su dedo metido hasta el fondo moviéndose en círculos hasta que mis músculos anales se acostumbraron a ese tamaño, poco a poco mi relajación iba en aumento y ella lo notaba, acariciaba mi espalda susurrándome y sentí un nuevo dedo dentro de mi, esta vez mi reacción fue menos violenta y aceptó ese par de dedos moviéndose de dentro a fuera, en círculos, doblándose y tocándome la próstata en un dulce masaje que casi me hace ...
    ... correrme en apenas diez minutos de encuentro con Lucía.
    
    Sus muslos chocaban contra mis nalgas, en un caricia suave y cálida cada vez que metía sus dedos dentro de mi, no se cuando porque ni lo lote, tres dedos se movían como pez en el agua en mi ano cada vez más dilatado, fueron instantes de caricias suaves y dulces que me abrían poco a poco; minutos de mimos de una amante atenta y delicada que sabía que hacía. Mi respiración se aceleraba, mi piel se erizaba y mis ganas de ser penetrado por uno de esos dildos se hacía cada vez más perentoria pero no me atrevía a pedir nada por miedo a sentir dolor y por nada del mundo deseaba que me doliese.
    
    Habrían pasado veinte minutos o a lo mejor más, cuando sacó sus dedos de mi ano y me dijo que esperase un instante, que no me moviese, unos brincos sobre la cama y deduje que había acoplado unos de los consoladores en su arnés; ¿cuál sería? Ni idea y no quería saberlo, mejor así.
    
    Lucía colocó uno de sus consoladores y se aproximó a mi por detrás, susurrando y con caricias se puso entre mis muslos y embadurnó el dildo con lubricante de forma generosa. Apuntó con él sobre mi ano pero sin metérmelo y jugó con mi entrada igual que hizo con los dedos. Puso su mano izquierda sobre mi cadera y agarrando con su mano derecha la parte central del dildo comenzó a apretar para meterlo dentro de mi. Os describo como debía ser, debía tener una cabeza prominente, más que el cuerpo, porque le costó meter lo que haría de capullo, pero una vez que ...
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