El regalo: Un antes y un después (Cuarta parte)
Fecha: 10/06/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... solo mensaje de mi madre, confirmándome haber dejado ya a mis hijos al cuidado de mi esposo.
—Silvia, vamos te llevo a casa. —Y entonces apagué mi móvil y le observé su rostro. Estaba serio, como molesto. De seguro no por mí. —Acepto encantada jefe, ¡pues ya se me ha hecho tarde!–. Le respondí.
Ya metidos en el auto, él, yo y sus maletas, de manera diligente y caballerosa se ofreció a acomodarme el cinturón de seguridad. Nuevamente la fragancia de su colonia me envolvió al acercarse a mí.
—¿Tomamos la misma ruta? —Me dijo sonriendo, mostrándome el perlado de su perfecta dentadura.
—¡Si señor! A estas horas no debe de existir mucho tráfico. ¿Recuerda bien la dirección? —Cómo olvidarla Silvia. —Me respondió rápidamente y en sus ojos grises, una maliciosa mirada que me hizo sonrojar. Y sentí un hormigueo importunando mi vagina. ¿Humedad también?
Y arrancamos en silencio, sin mirarnos ni decirnos nada, un recorrido largo de avenidas iluminadas y pocos autos rodando, hasta que mi jefe encendió la radio del auto. Una balada pop en español sonaba, la reconocí de inmediato, pues su voz flamenca y la figura preciosa de aquella morena, era una de las preferidas cantantes españolas de Rodrigo.
…«Se despierta azul Madrid por la mañana,
Entre las perdidas, tengo tu llamada.
El mundo está ya en la televisión, pero yo
Sigo aquí resistiendo a la confusión»…
Y entonces lo miré, pero él seguía concentrado, su vista puesta al frente, en la ruta.
…« Quiero ...
... rendirme en sus brazos
Quiero conocerle y abrir un camino de nuevo
Es que cuando me roza, prendo fuego al mar, te digo
Quiero encontrarme en sus ojos y volverme a ver
Ya lo sé es cruel, perdóname, todo no es casualidad».
Al terminar esa estrofa, Mi jefe se detuvo en un semáforo y me miró. No esquivé sus ojos para nada, y de la misma nada, sentí su mano acariciar mi mejilla y sus dedos bordear mis labios.
—¡Jefe, por favor!... Tenemos que hablar de lo que pasó el viernes y de lo que aconteció hoy. —Me miró sin hacer comentario alguno, el semáforo cambió su color y prosiguió la marcha el auto, suavemente. —Lo sé preciosa, mi ángel salvador. —La canción estaba por terminar y yo… le sonreí, consentida por aquel halago–.
Giró a la derecha y unos metros antes del portal de la entrada a los edificios de mi hogar, se detuvo. Apagó el motor y se giró un poco en su asiento. ¿Solo para hablar?
—Mire don Hugo, el viernes no sé por qué sucedió, yo me dejé llevar al verlo tan triste y llorando sin saber por qué. Me conmovió mucho verlo a usted tan abatido. Yo solo me acerqué para darle consuelo y… —No me dejó continuar, pues estiró su brazo y un dedo suyo se posó en mi boca, en señal de no dejarme hablar más. Nos miramos fijamente y por algunos minutos, tres, tal vez seis o diez, no lo recuerdo, sin hablarme él ni continuar yo, tan solo nos unía la conexión en nuestros ojos y la suave caricia de nuestras manos.
—Tú no tienes que disculparte Silvia, ni yo tampoco por lo ...