El regalo: Un antes y un después (Cuarta parte)
Fecha: 10/06/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... Las cámaras seguían allí, en cuatro recuadros mostrando señal de actividad. Su esposa se paseaba de la alcoba principal hasta la sala de aquel hogar. Hablaba con alguien por el móvil. Obviamente con mi jefe no. ¿Sería con su amante? Ella vestía ligera, con un pijama de tela brillante y perlada palidez. Descalza y su rostro desmaquillado. Cómoda ella, tan intranquila yo.
Don Hugo se dio cuenta de mi curiosa impertinencia y con dos dedos, bajó la tapa del notebook.
—Hummm, ¿Continuamos, Silvia? —Sí señor, disculpe usted–. Le respondí, apartándome un poco para luego inclinarme para tomar el siguiente informe, el de Portugal.
Lo revisó con calma, hoja por hoja y lo firmó también. Finalmente el dossier con los documentos para entregar a la oficina de Londres. Estuvo varios minutos inspeccionando la documentación y confrontándola con los datos que estaban en su programa, los acomodó finalmente y mirándome satisfecho, me los entregó. Con todo firmado, recogí las tres carpetas y me di la vuelta para llevarlas a mi escritorio, con tan mala fortuna de que al pasar por el costado de su escritorio, tropecé con una de sus maletas y me torcí el tobillo, haciéndome trastabillar y gritar saltando en una pierna, por el dolor en mi pie.
No solté las carpetas, pero tuve que sentarme apurada en una de las sillas que estaban frente a él. Con cuidado deposité en el asiento de la otra los informes y cerrando mis ojos, con claro gestos de dolor, crucé mi pierna maltratada sobre la otra y ...
... llevé mi mano hasta el tobillo para apretármelo, mientras que la otra frotaba mi frente, como si el golpe hubiese sido allí. ¡Juro que lo hice sin querer!
Con mi cabeza echada hacia atrás por el agudo padecimiento, sentí las tibias caricias de otras manos, las de mi jefe sobando mi tobillo, delicadamente. Que agradable sensación de firmeza y de calor, frotando hacia arriba y hacia abajo el lugar en el cual sentía de a poco, llegar la calma y bajar el ardor del golpe.
—Silvia… ¿te lastimaste mucho? —Le escuche decir–.
Abrí mis ojos y lo miré agradecida… ¡Mierda! Los ojos de mi jefe no estaban a la altura de los míos. Por el contrario, estaban fijos mirando el espacio abierto entre mis dos piernas, que había dejado mi falda por aquel intempestivo movimiento. Yo no tenía mis panties puestos. Húmedos estaban dentro de mi bolso junto a mi brassier. Con seguridad, don Hugo me habría visto toda la vulva, con mi descuidada mata de pelos. Mi vagina expuesta a su indiscreta mirada.
Rápidamente retiré mi pie de sus manos y descrucé las piernas, para luego acomodar el largo de mi falda. Ruborizada y sin mirarlo, le di las gracias, me puse en pie y salí cojeando presurosa de su oficina. En ningún momento busqué su mirada. Apenada, ordené todo y tomé mi abrigo y mi bolso… ¡Juep…! No había mirado mi teléfono por descuidada. ¿Ocupada? ¡Qué tarde era por Dios!, ya casi las diez. Revisé los mensajes, las llamadas perdidas. Nada, cero mensajes, ni una sola de Rodrigo. ¡Qué raro! Un ...