El regalo: Un antes y un después (Cuarta parte)
Fecha: 10/06/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... entrada del edificio, mi jefe se detuvo y se dio vuelta para abrazarme y acercándose a mi oído derecho, me dijo casi susurrando… ¡Gracias por todo, por cuidar de mi con tanta dedicación y esfuerzo, mi ángel! Seguramente me puse colorada, por aquellas palabras y por su inesperado abrazo. Fue un instante, quince o veinte segundos de breve cercanía, pero me separé de él educadamente y continuamos hacia las amplias puertas de cristal. Don Hugo como de costumbre siguió de largo sin saludar a los guardas de seguridad, por el contrario yo sí. Nos metimos al elevador y el pulsó el número diez. Escasos los metros cuadrados, incómodo silencio al interior, nerviosa mi respiración. Llegamos a la oficina y de manera profesional, me senté yo en mi puesto, encendí mi ordenador y la luz de la oficina de don Hugo se iluminó. Revisé los folders y las carpetas acumuladas a la derecha de mi escritorio, mientras escuchaba como el entraba a su baño, la puerta no la cerró.
Después de observar que todo estaba completo y en orden, tomé aquellos informes y me dirigí a su oficina. El seguía en el baño, la puerta a medio cerrar. Coloqué con cuidado las carpetas al costado izquierdo, fijándome que aquel portátil se encontraba apagado. El retrato seguía boca abajo, todo tan igual. Me quedé de pie allí por un momento, hasta que escuché el sonido del interruptor y el aroma intenso de una colonia varonil, invadir la oficina y mis despiertos sentidos. Y lo miré dar un rodeo hasta situarse en frente de mí, ...
... sentándose como siempre, imponente en su sillón.
—Bueno Silvia, vamos a ver qué es tan urgente para ti. —Me dijo sonriente, empezando a encender su computadora y luego el portátil. Se acomodó los tres botones de una camisa tipo polo, de color amarillo, pues se había cambiado de ropa en el baño. Ambas pantallas iluminaron su rostro, y su mirada se detuvo unos minutos en la de su personal laptop. Frunció el ceño, hizo una mueca de disgusto y luego se giró hacia el ordenador, escribió su clave sin hacer el mínimo gesto por ocultarla de mi vista. Abrió un programa y tomó la carpeta con el primer informe, el que yo había preparado para las oficinas principales en Nueva York.
No había ruido en aquella oficina, aunque mis pensamientos quizás, se podían escuchar con fuerza en el exterior. Solo el sonido de las teclas presionadas por sus dedos, al deslizarse sobre letras y números, con inusitada velocidad, rompía la monótona reunión, él y yo de nuevo a solas.
—Pues Silvia, todo está en orden. Eres simplemente magnífica en tu desempeño laboral, tú tan bella y eficiente como siempre. —Muchas gracias jefe–. Le respondí.
—Don Hugo debe firmar aquí, en la última hoja. —Le hablé, indicándole el lugar donde debería estampar su elegante rúbrica, dándome para entonces la vuelta a su escritorio, colocándome a su izquierda.
—Ok, perfecto. Ya está. Lo puedes enviar mañana a primera hora, por favor. —Levanté mi mirada y mis ojos los dirigí sin querer hacia la pantalla del portátil. ...