Ocurrió en el sur
Fecha: 11/06/2023,
Categorías:
No Consentido
Autor: campillo, Fuente: CuentoRelatos
... a ayudarlo María M?-. Yo, no podía creer lo que oía y me negué rotundamente; me parecía inaceptable. Pero la decisión de Marcelo era firme y la mirada de Félix anhelante. Yo aduje de mi fidelidad y que no necesitaba relaciones sexuales con otros, e infinidad de argumentos más; todos inútiles porque Marcelo no pensaba igual y su decisión estaba tomada.
-¿Qué te cuesta? -replicó Marcelo- No es un acto sexual, es una mera atención a un amigo.- Yo comencé a llorar, negando con la cabeza. Pero la decisión estaba tomada y Marcelo me indicó con un gesto que quería que lo hiciera en ese mismo momento. Yo lloraba y lloraba, pero él estaba inflexible en su decisión y yo sabía que le obedecería. Félix y yo estábamos en el mismo sofá, separados; Marcelo se arrimó, me tomó de los brazos y me ayudó a levantarme para correrme al lado de Félix, que entretanto se había desprendido la ropa y había sacado su miembro erecto y miraba expectante. Marcelo me dejó y volvió a su sillón al frente nuestro; lo miré como pidiendo piedad y me hizo un gesto como diciendo:
-Adelante, no te hagas la tonta.
Cerré los ojos, tomé ese miembro con mi mano y me puse a masturbarlo: era grueso, fibroso y palpitante, caliente y enorme para mi manita. Lo sobé hasta que terminó copiosamente salpicándome el pelo y su ropa.
-Mira lo que has hecho, María M.- Me dijo mi marido, -Busca una toalla y límpialo-. Así lo hice. Después, sin dejar de llorar, me encerré en mi cuarto.
La siguiente vez, como una ...
... semana más tarde, Félix se apareció por casa a la hora de la siesta, cuando los niños están en el colegio y Marcelo trabajando. Cuando le pregunté qué quería, me contestó con un silencio sugerente y una mirada fija que me sonó autoritaria.
-¡No, no!-, le dije; -voy a hablar con Marcelo-. Lo llamé inmediatamente, en tono recriminatorio:
-Acá está Félix, pretende que yo otra vez…-. Le dije, esperando que reaccionara echándolo.
-Está bien-, contestó tranquilo mi marido, -Atiéndelo al pobre, que no tiene a quien-. Y sin dejarme decir más, cortó. Félix ya había entrado a casa y se había instalado en el sofá de siempre, en el mismo lugar, esperando por mi servicio. Él ya sabía lo que me diría mi marido y era consciente de mi obediencia. No me quitaba la mirada de encima, y advirtió por mi agobio, cuál había sido la respuesta de mi Marcelo. Sin levantar la vista para no mirarlo a los ojos ni soportar su mirada, me senté a su lado mientras él se desprendió la ropa sacando su miembro. Lo tomé sin mirar, y esta vez sin llorar, repetí la masturbación que parecía encantar a Félix. Una vez más se reiteró la escena de la eyaculación y la limpieza; mi mano terminaba empapada con los jugos que largaba su pija antes de eyacular y con su eyaculación. Cuando volvió Marcelo intenté una escena, pero me cortó firmemente; yo ya sabía cómo era. Lloré toda la noche hasta quedar dormida.
La visita de Félix se fue haciendo más frecuente, aparecía una o dos veces por semana y a veces más, siempre ...