1. El encargo


    Fecha: 18/06/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... reducidos a la mínima expresión, ya que los pies también son sujetados a los laterales de la cama. Estoy completamente a su merced.
    
    Se sienta delante de mí, me da un beso en la frente tras acariciarla y me mira con respeto, luego me dice que vaya contando los golpes que me va a propinar.
    
    El primer golpe es como un trallazo, (nunca había sentido la vara en mi piel de manos de un hombre, sólo de mi propia mano en alguna ocasión en la que experimenté dicho castigo por mí misma, por puro placer).
    
    El golpe me sorprende por su intensidad, no grito, porque en una casa no se puede permitir el lujo una sumisa de gritar a su antojo, por no alarmar al vecindario, cosa que sabe Mi Amo, sabe que no gritaré, pero sí emito un quejido indescriptible, mezcla de gruñido y jadeo.
    
    Uno-cuento-, dos, cuando recibo el segundo y recompongo mi ánimo.
    
    Los golpes los siento en mis nalgas, y tengo la sensación de que Él va trazando unas líneas descendentes, unas líneas que me colorean la piel al instante, y que peligrosamente van acercándose a mis labios vaginales.
    
    No sé ya si llorar o gritar, voy por el décimo golpe. Entre uno y otro Él deja transcurrir unos segundos, pero no termina de cesar el dolor cuando me propina el siguiente. Cuando me ha infligido ya la mitad del castigo, me dice que todavía faltan otros tantos, yo rompo a llorar, el dolor es demasiado fuerte, y no creo poderlo soportar. Me dice: -puedes llorar, sabes que no sucumbo ante las lágrimas de mi sumisa, sólo ...
    ... pararé si dices la palabra de seguridad, llora o grita cuanto quieras, tienes mi permiso-.
    
    Dicho esto sigue con su castigo, sin bajar la intensidad de los golpes, no sé cuánto estoy gritando, pero los veinte varazos se me están haciendo eternos, y mis lágrimas ya empapan las sábanas. Él deja la vara al lado de mi cara y empieza a acariciar mi lastimada piel.
    
    Muy bien mi niña, has aguantado.- dice con solemnidad-, ahora descansa.
    
    Sale de la habitación, yo todavía jadeo cuando regresa con una crema que me aplica en nalgas, piernas, y entrepierna, que me hace sentir más confortada.
    
    Deshace las ataduras, y me deja libre.
    
    Me abraza tiernamente, y coloca mi cabeza en su regazo durante un largo espacio de tiempo, sin pronunciar palabra.
    
    Ahora te voy a premiar perrita, vas a recibir la leche de tu Amo, -dice-. Miro su miembro, está descomunal, a punto de estallar, e instintivamente abro la boca.
    
    No la vas a recibir ahí, ahora la vas a sentir en otro sitio, date la vuelta, -dice de nuevo-, vas a notar la polla de Tu Señor en ese culo de golfa que tienes.
    
    Me mete sus dedos en el coño, y los saca empapados, los introduce en el ano, y va dilatando la entrada, ya que al tener un miembro tan grande es muy difícil la penetración.
    
    Siente a Tu Amo, zorra, -me dice mientras introduce lentamente su miembro dentro de mí-. La mete y la saca poco a poco hasta que llegado el momento dice: -ahora la sentirás del todo-, y da un violento empellón que me hace gritar de ...