Desilusión
Fecha: 19/06/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mi nombre es Juan y me encontraba viajando de vuelta a mi pueblo natal. Después de haber conocido la mayor de las felicidades para acabar con la mayor de las decepciones.
Yo trabajo como soldador, me contrataron para sustituir un tramo de vías de tren en la gran ciudad.
Ese trabajo se hace de noche, puesto que los horarios nocturnos son mínimos, si el trabajo se hiciera de día sería un trastorno para todo el mundo que utiliza el transporte público.
Para poder soldar los raíles se utiliza la soldadura aluminotérmica, para hacer este trabajo se alinean los dos raíles, se coloca el molde que es un puzzle de ladrillos refractiles. Los raíles entran en cada lado del molde, dejando varios centímetros de espacio. En ese espacio se verterá el acero fundido.
Para poder fundir el acero se utiliza una mezcla de aluminio, óxido férrico, carbono y un reactivo inflamable. Esta mezcla alcanza una temperatura de 3500 °C, por último se deja enfriar y se retira del molde.
Es un trabajo peligroso, pero rara vez suelen ocurrir accidentes, menos esa noche que todo salió mal. El molde estaba defectuoso y al iniciarse la reacción exploto y termino produciéndonos quemaduras a los operarios. Mis compañeros tuvieron más suerte, sus quemaduras fueron leves.
Yo que me encontraba más cerca tuve quemaduras de segundo y tercer grado en uno de los brazos y una de las piernas. Nunca había sentido tanto dolor en mi vida. Llamaron a una ambulancia que me traslado al hospital más ...
... cercano.
Sentía tanto dolor que aunque no me quejaba, me salían unos lagrimones como puños de grandes. Entonces fue cuando la vi, la mujer más hermosa del mundo venía a socorrerme de este agónico dolor. En su bata blanca ponía Dr. Lidia.
Me quede tan alelado mirándola que no me di cuenta ni cuando me hicieron las curas. Me tuvieron ingresado un par de días por si las quemaduras se infectaban. Después esa misma doctora me receto una pomada que tenía que darme dos veces al día y después tapar bien para evitar que le entrara porquería polvo…
Los días que estuve en ese hospital conecte muy bien con Lidia, era una mujer con una gran sonrisa. Yo nunca había creído en el amor a primera vista, pero era mirar su cabello negro y brillante cuando le daban los rayos del sol o sus ojos verdes y se me quitaba hasta el dolor.
Yo siempre intentaba coquetear con ella y decirle lo guapa que estaba, lo bien que le quedaban esos pendientes que se había puesto y cosas así. Cuando me dio el alta, me arme de valor y le pedí una cita. Quería invitarla a cenar como agradecimiento por lo bien que se había portado conmigo.
Para mi sorpresa acepto enseguida, yo me esperaba una respuesta como que no salía con pacientes o cosas así. La verdad que me sentía flotar.
Yo no era nada del otro mundo, mi altura era normal y mi rostro no podía ser más corriente, lo único que destacaba en mí eran unos ojos grises que llamaban la atención de todo el mundo y una personalidad muy positiva. Yo solía ver las cosas ...