1. La caída de Elena


    Fecha: 28/06/2023, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hacía bastante tiempo que no la veía, casi ocho años, y la encontré aquel día en el autobús. La conocía desde hacía 20 años, cuando coincidíamos a llevar o recoger a nuestros respectivos hijos en la guardería, allí me fijé en ella. Elena no era una mujer hermosa, era más bien del montón, pero me fijé bien en la dulzura que desprendían sus correctas facciones, sus gestos, el movimiento y los escorzos de sus grandes y suaves manos, desproporcionadas con el resto de su cuerpo, más bien menudo, y del que no se podía decir más, pues vestía siempre con mucho recato, con ropas que parecían de monja y no permitían hacerse idea ni tan siquiera del tamaño de sus pechos, que parecían aplastados, o de su culo, ya que los vestidos que llevaba no ceñían en absoluto su cintura. Lo más que sabía era que sus piernas eran firmes y recias.
    
    Como vivíamos en el mismo barrio, también coincidía a menudo con ella en el autobús y fui testigo del embarazo de su segundo vástago. El estado de gravidez acentuó la dulzura de su cara, su atractiva sonrisa y la expresividad de sus ojos. Hubiera dado cualquier cosa por hacer el amor con ella así preñada.
    
    Años más tarde coincidimos en la misma empresa y departamento, allí nos hicimos amigos y conocí de su vida: Tenía dos hijas de la edad de los míos, que en la actualidad tendrían 24 y 20 años, apenas tenía relaciones u otra actividad al margen de su familia, a la que adoraba. Siempre estaba hablando de sus hijas y del trabajo de su marido.
    
    Aunque ...
    ... intimamos en el trato nunca hablaba de sexo, su conservadora educación se lo impedía. Me acabé enamorando de ella e intenté algún avance. Ella permitía algún pequeño roce, pero no alentaba nada más. Un día le lancé los tejos descaradamente y ella me dijo que, aunque yo le gustaba y me quería muchísimo, no se permitiría nunca engañar a su marido y destrozar su familia.
    
    Así pasó el tiempo, yo mortificado por tenerla cotidianamente ante mi vista sin poder hacer más que intentar percibir su excitante aroma natural de hembra, indisimulado por ningún perfume que, al igual que el maquillaje, desconocía.
    
    Pasó algún tiempo y yo cambié de empresa, no volviendo a verla hasta aquel día que coincidimos en el autobús. Nos dimos los dos besos de rigor en cada mejilla y charlamos de los más inmediato: Mi trabajo actual, mi estado familiar, la política .... pero me di cuenta que no hablaba de nada referente a ella, ni de su trabajo, ni de la familia, procuraba eludir cualquier pregunta referente a ello. También me percaté de que iba vestida de forma muy poco apropiada para la temperatura que hacía, unos 20 grados, llevaba un largo abrigo abrochado hasta el cuello con un pañuelo-bufanda de remate, y guantes. Se había quitado el guante izquierdo para poder introducir el billete del autobús en la máquina canceladora y noté que, contra su costumbre, sus deliciosa mano estaba perfectamente cuidada y sus uñas largas sin exagerar y lacadas de color rojo oscuro.
    
    Yo le estaba contando que me ...
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