Amores de Juventud
Fecha: 01/07/2023,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ella y empujé una y otra vez hasta que sus gemidos y la respiración entrecortada me indicó la proximidad de su clímax. Y llegó… Arrollador, sus brazos me apresaron y casi me ahogaban…, yo, sobre mis codos para no descargar mi peso sobre su cuerpo, mordisqueaba su cuello, sus deliciosas orejitas… Bajé mi mano derecha acariciando su cadera y los muslos, me gustaba comprobar cómo se erizaba la piel y se tornaba rugosa debido a la excitación.
Como casi siempre su explosión me sorprendió. Gritó y se contorsionó, levantando mi cuerpo con el suyo hasta dejarse caer desmadejada sobre la cama. Me deslicé hasta quedar a su lado, comprobé como otras veces, que de su boca se descolgaba un hilillo de saliva que yo me apresuraba a sorber con fruición. Poco a poco su respiración se normalizó con su mano en mi sexo. Nos quedamos dormidos y no debíamos… era peligroso. Desperté sobresaltado mirando mi reloj, eran las cinco y me tranquilicé; me levanté deslizándome para no destaparla y que no se despertara. Lo había repetido tantas veces que era ya habitual. Pero Lidia se despertó, se incorporó apoyándose sobre su codo izquierdo, encendió la lamparita de la mesilla de noche… Me sorprendió su mirada extraña.
– Manuel, tenemos que hablar…. Me dijo con cara compungida mientras me subía los pantalones y abrochaba la cremallera y el cinturón.
– ¿De qué, vida mía? Pregunté. Su mirada era sombría.
– No me ha bajado… la regla… estoy muy asustada. Enterró la cara en la almohada y un sollozo ...
... rompió su garganta impidiéndole seguir hablando.
Si llegan a derramar un cubo de agua fría en mi cabeza no me hubiera sentido peor. Mi barbilla se descolgó y un escalofrío recorrió mi espalda hasta impactar en la nuca como si me hubieran dado un martillazo. Y no era para menos. Nuestro idilio era secreto, nadie debía saberlo. Llevábamos unos meses así. Lidia estaba casada, su marido, Juan, se tuvo que marchar a trabajar a Alemania con un contrato de tres años y llevaba un año fuera. Estábamos en plena transición política, aún no se había aprobado la constitución española y la política aún se amparaba por las leyes de la dictadura… la sociedad rechazaban de plano la infidelidad. Las precauciones eran imprescindibles. Pero había algo que era casi insuperable. Los anticonceptivos estaban todavía prohibidos. Los preservativos se vendían de estraperlo. Por aquel entonces, Yo era el único taxista en el pueblo a unos cien kilómetros de Albacete. Esta ocupación me permitía pasar desapercibido cuando me movía a cualquier hora del día o de la noche por las calles o las carreteras le las aldeas cercanas. También me permitía conocer los entresijos de las vidas de los vecinos. SI QUIERES LEER EL RELATO COMPLETO, VISITA MI WEB REFERENCIADA EN MI PERFIL.
Lidia y yo nos conocíamos desde niños, tonteábamos en la adolescencia pero a ella su familia la llevo a la capital para estudiar y dejé de verla durante algunos años. Regresó ya casada, su padre lo había arreglado con la familia del ...