1. Mi primera aventura


    Fecha: 28/07/2023, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... acariciaba mi sexo, yo elevaba un poco más el culo, porque quería que siguiera, porque ya no era capaz de controlarme.
    
    Lo que empezaron siendo roces se había transformado en una estimulación continua de mi clítoris, amén de un espectáculo para la pareja de al lado. Pero ya nada me importaba, había cruzado el punto sin retorno e iba directa hacia mi segundo clímax. Por el interior de mis muslos chorreaban jugos que él empleó para introducirme por el culo uno de sus dedos. “¡Guau!” Juraría que fue el pulgar.
    
    No podía creer lo que estaba pasando. Yo, en medio de una playa, completamente desnuda, con gente a mí alrededor observando como era masturbada por un completo desconocido. La destreza de aquel chaval estaba haciendo que me derritiera. “¡Y mi marido dudando si sería capaz!”
    
    El muchacho siguió dándome refriegas pacientemente cuando, en medio de todo aquello, vi su polla erguida tan cerca de mí que no pude resistir la tentación de agarrarla. La tenía tiesa como una vara, empecé de inmediato a sacudirla arriba y abajo.
    
    Así continuamos hasta que llegó un momento en que ya no podía aguantar más. Apenas podía reprimir mis gemidos, chorreaba, me retorcía y me corrí. Estrujé sus dedos dentro de mí y súbitamente él empezó a disparar chorros de esperma que ardieron sobre mi espalda.
    
    Me quedé exhausta, pero muy, muy a gusto. Él se tumbó a mí lado, pegado a mí, nos quedamos mirándonos a los ojos y lentamente nuestras bocas se fueron acercando hasta fundirse en un largo ...
    ... aunque tenue beso.
    
    De pronto se escucharon unos aplausos. Era la pareja mayor que teníamos más cerca. Al muchacho le pareció divertido, pero yo escondí la cara muerta de vergüenza
    
    El chico no dudó en esparcir su semen por toda mi espalda al tiempo que me preguntó cómo me llamaba.
    
    —Paula —le dije— ¿y tu?
    
    —Alberto.
    
    —Encantada de conocerte —afirmé con una gran sonrisa.
    
    —Igualmente —contestó él con educación, añadiendo— Espero que nos volvamos a ver.
    
    —Es probable —resolví— La isla no es muy grande.
    
    Nos dimos un último beso y entonces él se levantó, se vistió y se fue. Antes de alejarse, se dio media vuelta y con ojos pícaros me dijo:
    
    —Te volveré a ver, Paula. Seguro.
    
    Permanecí tumbada en mi toalla mirando como se marchaba aquel ángel caído del cielo. Recordé cada caricia, el tacto de boca sobre mis labios y luego empecé a pensar qué más me hubiera gustado hacer. En ésas estaba cuando oí llegar a mi marido.
    
    —¿Qué tal? ¿Me he perdido algo?
    
    —Bueno, no mucho —“por ahora”, pensé.
    
    Alfonso sonrió y, tomando sus gafas de buceo y las aletas, se marchó en dirección a la orilla.
    
    Permanecí en la playa un rato más. Estaba como en una nube, no podía quitarme de la cabeza lo sucedido. Sentía hambre, pero sobre todo necesitaba una buena polla.
    
    En cuanto Alfonso regresó recogimos las cosas y nos vestimos para volver a casa. Estaba tan sensible que no me puse el bikini, únicamente el vestido. Cuando nos dirigimos caminando hacia el coche a mí me dio por ...
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