HASTA LA CIMA - TERCERA PARTE
Fecha: 04/08/2023,
Categorías:
Infidelidad
Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos
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Adrián había sido parte fundamental de mi vida desde mi cumpleaños número dieciocho, por lo que la sensación de perdida que dejó tras los días en los que se ocupó en desaparecer convirtió a mi corazón en una coraza vacía, en una esfera hueca de Navidad.
No terminaba de comprenderlo, ¿cómo había sido capaz de arruinar algo que quería tener para toda la vida? Sentía que estaba deshecha por dentro.
No culpé a Marena, ¿cómo podía hacerlo? No había sido culpa suya. A decir verdad, la culpa era toda mía, desde el momento en el que había decidido escribirle a aquel hombre en nombre de Marena. Pero incluso entonces no lo había arruinado, no aún. ¿En qué momento lo había hecho? Ni siquiera lo había arruinado cuando había entrado en el apartamento y había visto a aquel hombre. Y pensé que el momento en el que se había fastidiado todo había sido en la boda de Marena, cuando su prometido no había hecho presencia. Ese había sido un momento clave.
Si el prometido de Marena hubiese cumplido su promesa y desposado a mi mejor amiga, Adrián y yo jamás nos hubiésemos acostado con ella. De no haber pasado, ninguna de nosotras hubiera descubierto la atracción que, en efecto, existía y dormitaba como una bestia perezosa en pleno invierno. Y sin haberla despertado, jamás hubiésemos accedido a una locura como la de aquella noche. De hecho, si el prometido de Marena hubiese cumplido su promesa, lo más probable es que ninguno de los tres hubiésemos pisado tierras españolas y, muy ...
... probablemente, la boda de Marena hubiese dado pie a mi boda con Adrián.
Pero la boda de Marena no había tenido lugar y, por ende, todo se había fastidiado. Nos habíamos acostado con ella y habíamos terminado como migrantes en España. ¿Qué sentido tenía pensar en lo que hubiese sido? Marena y yo habíamos huido de una catástrofe con la esperanza de vivir como si nada de eso hubiese pasado. Habíamos intentado poner punto y aparte. Tal vez el momento clave que había dado lugar a aquella noche no había sido la ausencia del novio en el altar, sino aquel momento en el que ambas decidimos huir del dolor. De haberlo enfrentado habríamos madurado, y de haber madurado habríamos tomado mejores decisiones.
Al final, cuando Adrián se marchó minutos después que Marena, no corrí tras ninguno de ellos.
Permanecí en la sala de estar con la misma ropa de aquella noche, en bragas y con la blusa verde militar que llevaba sin sostén. Tomé una manta y un cojín y me instalé en ese lugar donde había estado el albino. Con el paso del tiempo, el vino añejo se evaporó por complejo y los quesos sobre la mesa habían comenzado a despedir un olor rancio. No sé cuántos días pasaron. Marena y Adrián no regresaron ni levantaron el teléfono para buscarme. ¿Debía hacerlo yo? ¿Qué más daba? Aunque así fuera no lo haría. La única que me llamó fue Marta, razón suficiente para apagar el móvil y dejarlo tres metros lejos de mí.
Cuando la falta de comida había comenzado a ser un problema alguien llamó a la ...