1. HASTA LA CIMA - TERCERA PARTE


    Fecha: 04/08/2023, Categorías: Infidelidad Autor: maia24, Fuente: RelatosEróticos

    ... paró frente a mí con el cabello revuelto y goteante como muestra de la ducha que acababa de tomar, mis ojos se encontraron con la oscuridad de los suyos.
    
    —¿Te apetece tomar una ducha? —preguntó con media sonrisa.
    
    —Yo no fui la que salí llena de sudor como un puerco —respondí y me arrepentí al instante.
    
    Definitivamente juntarme con Marena tenía sus contras.
    
    Massimo sonrió.
    
    —¿Sabías que los puercos no sudan? —inquirió mientras se dirigía a la pequeña barra que fungía como cocina, comedor y centro de lavado, todo en uno—. Los puercos carecen de glándulas sudoríparas que son las responsables de generar el sudor.
    
    Contó mientras tomaba un vaso de cristal y lo ponía sobre la encimera. Miré la espalda de Massimo y pensé que, muy probablemente, había llevado natación desde muy pequeño. La espalda definida de Massimo comenzó a ponerme nerviosa, pero no tanto como la toalla cuando descubrí que se le estaba desenredando de la cadera lentamente, efecto puro de la gravedad.
    
    —Por eso los puercos se revuelcan en lodo —continuó llenando su vaso con zumo de naranja mientras la toalla se le deslizaba centímetro a centímetro—, o se sumergen en agua. De esta forma regulan su temperatura corporal.
    
    Massimo suspiró y fue el movimiento que faltaba para que la toalla cayera de lleno y mostrara su trasero bronceado. Ni ...
    ... siquiera me dio tiempo a preguntarme si Massimo realmente no había sentido la caída, cuando tomó el vaso con zumo y se dio la media vuelta. En seguida subí la mirada y la clavé en la campana sobre las hornillas.
    
    —¿Y tú? ¿Cómo te bajas la calentura? —cuestionó.
    
    Sin detenerse a recoger la toalla, caminó con tranquilidad hasta alcanzar las escaleras y subir por ellas hasta su habitación. Cerró la puerta tras de él y solo con el sonido del acto pude soltar el aire que no sabía que tenía retenido hasta entonces.
    
    Una llamada del viejo móvil me hizo saltar hasta el cielo.
    
    Definitivamente Massimo había perdido la cabeza mucho tiempo atrás antes de que yo pudiese reconocer su existencia. ¿Era más fácil aprovecharse de un loco, o es que acaso los locos eran aquellos que se apoderaban del mundo?
    
    Con el pulso martilleando en la sien respondí sin mirar el identificador.
    
    —¿Bueno? —respondí con la voz afónica.
    
    —Regina, ¿estás bien? —preguntó Adrián al otro lado de la línea.
    
    Un pinchazo en la nuca me nubló la vista, como si Adrián me hubiese pillado en el medio de algo realmente malo.
    
    —Por supuesto —respondí con el clásico tono con el que se le contesta a tu madre, cuando la respuesta es claramente un no, pero a causa de algo que simplemente no puedes contarle—. ¿Qué pasa contigo? ¿Todo bien?
    
    CONTINUARÁ... 
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