1. El regalo: Un antes y un después (Decimoséptima Parte)


    Fecha: 04/08/2023, Categorías: Infidelidad Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos

    Una vez que dejé dormidos a mis hijos, bajé para conversar un poco con mi madre y ponerme al tanto de las noticias familiares. Mis hermanos, cada uno de ellos tan lejanos en diversos países, mis tías y sus problemas con la crianza de mis primos y primas, todo ello me servía para evitar pensar en que estaría sucediendo con mi esposo. Pero no, por momentos me evadía mentalmente de aquella conversación para pensar en Rodrigo.
    
    Usualmente los viernes en la noche, más o menos cada quince días, salíamos los dos a pasear por la ciudad para conocerla más y recorrer lugares nuevos, entre ellos algún centro comercial; ir a cine, cenar por ahí, terminando en el bar hablando con Albert, la verdad muy poco o con Lara, mucho más. Bebiendo cerveza y escuchando la música rock que a Rodrigo le encantaba. Algunas, unas pocas en español habían que a mí también me gustaban. Por mis venas corrían más los tangos, la música de arrabal, los boleros y los vallenatos, al igual que la salsa para bailar. Y nostálgica como estaba esa noche, las canciones de Leonardo Favio, ¡todas! o algunas de Leo Dan, Myriam Hernández y obviamente Pimpinela.
    
    Con seguridad mi solitario esposo estaría en aquel lugar. No le gustaba mucho beber solo, tal vez dos o tres botellas de cerveza y a nuestro piso iría a parar, para ponerse cómodo frente al televisor y mirar alguna película de ciencia ficción. Así que en la sala de estar, acompañada por mi madre y Alonso, no me preocupé en llamarlo. Tampoco tuve algún mensaje ...
    ... de él para saber de mi o hacerme algún reclamo, mucho menos para pedirme perdón.
    
    Tomamos unos aguardientes con mi mamá, Alonso un poco de escocés con dos cubitos de hielo y una breve serenata ofrecida por mi madre, acompañada por los agudos sonidos de su tiple, entonando boleros, bambucos y pasillos, muchas canciones aprendidas de mi abuela. De mi jefe no supe nada, mucho mejor para mí y así, casi a media noche, nos retiramos para dormir.
    
    Desperté muy temprano, ya el reloj biológico de madre acostumbrada a madrugar a diario, me sacó pronto de la cama. Después de ducharme y revisar que mis niños dormían aun profundamente, bajé al primer piso para ayudar a mi madre con el desayuno. Antes de servirlo me preparé un cargado café. Recogí mi teléfono un tanto emocionada, por si hubieran enviado algún mensaje. Por parte de mi esposo ninguno aún, mis amigas menos y de mi jefe solo uno, avisando que a las ocho de la mañana ya estaría en el aeropuerto para encontrarse con su familia y que las reuniones habían sido todo un éxito. Miré por instinto la hora en la pantalla, diez minutos faltaban para su hora de llegada.
    
    Lo apagué sin responderle, sintiendo cierta melancolía por la carencia de interés de Rodrigo por saber cómo me encontraba esa mañana. ¿Y si lo llamaba y me disculpaba? No, no podía dar mi brazo a torcer tan fácilmente. ¡Más tarde! pensé y me ocupé en otros quehaceres más urgentes, como alistar la ropa de mis hijos para el viaje, despertarlos y bañarlos, vestirlos y ...
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